VIAJE AL FONDO DE UN BAR - 8 de Enero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 657162065

VIAJE AL FONDO DE UN BAR

Más o menos cerca del final de mi próximo libro -titulado La parte soñada, a aparecer el próximo marzo-, un desconocido se acerca a la mesa del protagonista en los jardines del suizo Montreux Palace y comienza a decirle cosas raras. Le habla de la Partícula de Dios, de una fórmula físico-química para resucitar a los muertos (La Ecuación Lázarus), del cristianismo como posible ciencia exacta, y de la mejor manera de atraer y traer de regreso a un Todopoderoso Creador Ausente haciéndole creer que su creación se prepara para ponerse a su altura. Pero también le habla de la composición ideal para obtener el resultado de un cóctel bullshot perfecto. "Una cuarta parte de vodka con tres cuartas partes de caldo de buey, jugo de limón y varios golpes de salsa inglesa Perrins, pimienta molida y sal de apio, y enfriar unos veinte segundos... ¿Alguna vez ha oído acerca de algo mejor compuesto y redactado?", le instruye y le pregunta el iluminado al sombrío narrador. Y a continuación le explica que aprendió todo eso de boca y copa de Ginés Pérez Navarro, en el legendario bar Belvedere, en el número 3 del Passatge de Mercader, entre las calles Provença y Mallorca, en Barcelona, Catalunya, España.

Todo lo anterior para empezar diciendo que al Belvedere acuden personas y personajes más que interesantes.

Y, sí, que sus bullshot son perfectos y divinos y dignos de que se les rinda culto y se los predique como a una histórica pero por siempre Buena Nueva.

Un pasaje de cien metros en el centro del Eixample de Barcelona. Uno de los muchos pasajes de la ciudad condal pero, por mucho y de lejos, mi pasaje favorito. Poco ruido de motos y de turistas a la caza del selfie más perfectamente tonto, flemático y bucólico aire británico, repartiéndose entre galerías de arte, tiendas de antigüedades, suites de luxe para los cada vez más numerosos turistas y, en uno de sus extremos, el no hace mucho inaugurado restaurante de "slow food" El Mercader de l'Eixample que bienvenido sea, pero no supone ningún riesgo competitivo. (De hecho, más de un iniciado belvederiano lo celebra como a una especie de cortafuegos natural que evitará la llegada de indeseables o casuales al centro del universo de los cultores del culto.) Porque, antes que nada y después de todo, en este pasaje está el Belvedere. Desde 1979 y, todo parece indicarlo (o al menos se desea que así sea), hasta el infinito y más allá. Atravesando una breve pero armoniosa terraza ajardinada con el sol y la sombra exactos y subiendo una pequeña escalera. En los bajos de un pequeño edificio de apartamentos de líneas como de petit hotel o de residencia aristocrática donde alguna vez funcionó una fábrica de pieles. En la puerta, sobre una verja recubierta de hojas verdes, en una placa dorada se lee: Belvedere / BAR-COCKTAILS-LOCAL CLIMATIZADO. Y junto a eso, en una pequeña vitrina, un breve pero contundente y tentador menú tradicional, pero rebosante de detalles personales (donde destacan sugerentes sugerencias de la casa como garbanzos con gambas, el rabo de toro, la liebre con lentejas, postres como la ensalada de frutos rojos y el melón con...

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