EL VERDADERO SABOR DE CANTÓN - 4 de Junio de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 682010897

EL VERDADERO SABOR DE CANTÓN

El autor del correo es Nicolás Serrano, un chileno que vive en esta ciudad y la conoce bien. Así que le hago caso: apenas aterrizo, me sumo a la fila de gente que espera ordenadamente su turno para subir a un taxi. Cuando me toca, entrego al taxista un papel con el nombre del hotel en chino. Una hora después llegamos y pago los renminbi -más conocidos como "yuanes", todos con la cara de Mao Zedong impresa- correspondientes. Nada mal para una primeriza.

Con Nicolás Serrano había quedado en juntarme en la estación de metro Zhujiang New Town, la parte moderna de esta ciudad industrial cuyo nombre puede sonar familiar entre los chilenos, sobre todo por el gran número de restaurantes que conocemos simplemente como "comida china".

Guangdong (como también se llama a Cantón) es solo una provincia más de China, así que la comida cantonesa refleja apenas una parte del paisaje gastronómico del país. Pero para los chilenos es casi todo: de esta provincia viene la mayoría de los casi ocho mil chinos que viven actualmente en Chile según datos del Departamento de Extranjería y Migración (la Embajada de China los cifra en 20 mil, y la Asociación Gremial de Empresarios Chinos en Chile habla de hasta 30 mil).

Mientras camino al metro leo las palabras "libertad", "igualdad", "justicia" y "la regla de la ley" en pancartas que promocionan la ciudad de Cantón con su nombre chino: Guangzhou. Los carteles están en la ruta hacia uno de los mayores hitos locales: el edificio de la Feria de Cantón, donde cada otoño y primavera se lleva a cabo uno de los eventos comerciales más importantes del mundo. No es raro: durante los años posteriores a la proclamación de la República Popular de China, esta feria fue la única plataforma del país para hacer negocios con Occidente. Y es por eso que Cantón fue la primera provincia en abrirse al comercio y al capitalismo, y hoy es un gran centro de exportación.

Ya en el metro, las paradas donde se detiene el tren son anunciadas en mandarín, cantonés e inglés. Al principio, los dos primeros suenan iguales, aunque con atención pueden distinguirse las diferencias. Con el wifi del metro intento abrir mi correo, pero no lo logro: Google está bloqueado. Como sea, llego a Zhujiang New Town. Allí, Nicolás Serrano se distingue fácilmente: mide un metro noventa, tiene pelo claro y grandes ojos azules. Mientras caminamos por esta ciudad de 14 millones de personas, la tercera más grande del país después de Beijing y Shanghái, Nicolás dice que hay una gran diferencia entre esta y las otras:

-Shangai es una metrópolis; Cantón es una gran villa. La gente aquí sigue siendo muy rural, sencilla, como de pueblo.

Entramos a un café y ordenamos algo. Nicolás escanea el código QR de la cuenta con la app WeChat -el WhatsApp chino- y listo, el café está pagado.

Nicolás llegó a China en 2008 con una beca del gobierno chino y, cuando terminó los estudios, fue contratado por una empresa belga en Xu Yi, un pueblo en el centro del país. En 2011 llegó a Cantón para abrir una oficina de ProChile y desde 2014 tiene una empresa de importación de productos chilenos.

-Esta es una zona china-china, de las que todavía hay muchas en Cantón -dice mientras cruzamos una calle.

Estamos en un sector de edificios antiguos, con tiendas y restaurantes que me recuerdan una conversación que tuve en Santiago, antes de viajar, con la antropóloga Carol Chan, una singapurense con abuelos cantoneses que está haciendo su posdoctorado en inmigración china a Chile y Latinoamérica. Según ella, "la mayoría de los cantoneses abre restaurantes cuando llega a otros países porque implica poco riesgo y poco capital. Es casi como si hubiera...

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