El último pueblo de TOMPKINS - 22 de Mayo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 640214205

El último pueblo de TOMPKINS

En el año 2007, de hecho, el empresario y ambientalista norteamericano Douglas Tompkins se refirió a este sector en una entrevista para el diario El Llanquihue. Dijo que era "probablemente el sector más feo de la Carretera Austral".

¿Qué cambió tanto?

El Amarillo parece hoy una maqueta bien cuidada. Tiene bellas casas rurales con porches que no desentonarían en los campos de Kansas, huertas orgánicas, basureros de madera, veredas tan mantenidas que escapan del barro y pequeñas flores esparcidas con simetría entre las residencias y la calle principal.

Uno de los mejores sitios para apreciar la estampa actual de este pueblo y su entorno es el fundo Las Lomas: doce hectáreas de terreno que justifican el nombre, con praderas que suben y bajan hasta chocar en el horizonte con el glaciar Ventisquero.

Lo que parece haber cambiado tanto las cosas es que el mismo empresario que abrió Pumalín en 1991 había decidido hacer de El Amarillo un pueblo modelo. Se sabía que, previo a su inesperada muerte ocurrida en diciembre del año pasado, este fundo y el poblado en general se habían convertido en el nuevo propósito de Tompkins, que proyectaba convertir el sector, a 30 minutos en auto de Chaitén, en su centro de operaciones. Planeaba completar su nueva casa en Las Lomas para 2018 y, mientras tanto, arreglaba otra vivienda transitoria en un fundo cercano. De paso, había comenzado a promover un plan de hermoseamiento del pueblo que incluía arreglar las casas de la gente del sector. Y lo que estaba haciendo, parecía dar resultado. Hoy, comunidades vecinas como el propio Chaitén, Michimahuida o Puerto Cárdenas, hablan de El Amarillo como "el barrio alto" de la zona.

"Él sentía una conexión muy especial con El Amarillo, por eso le decía 'centro del mundo' -dice hoy Kristine McDivitt, esposa de Tompkins-. Doug conoció el lugar en 1991 cuando era una pequeña villa con mucho potencial. Para 2005 decidió desarrollar este proyecto. Siempre dijo que el cuidado por el hogar y la conexión con la comunidad cultivaban también una responsabilidad hacia la tierra, y eso se vio en este trabajo. Sin necesidad de predicar valores ecológicos, la remodelación que se realizó en el pueblo sirvió para que los vecinos comenzaran a preocuparse por la naturaleza y su entorno".

Hoy, tras la muerte de Tompkins, los pobladores de El Amarillo aún parecen estar preguntándose cómo seguir adelante.

EN EL CENTRO DEL MUNDO

Antes del plan de hermoseamiento, aquí las casas estaban prácticamente amontonadas frente a la Carretera Austral, que todavía es la única "avenida" del pueblo. En el interior, el barro, la maleza y el ripio eran parte del paisaje entre las otras viviendas y las praderas.

Hace una década, pasar por aquí era más o menos así: se veía una serie de casas de madera roída, con desechos acumulados en jardines y acequias, porches llenos de cachureos, como si la comunidad entera padeciera el mal de Diógenes. Pero el plan que promovía el empresario dio resultados: las casas se ordenaron, los campos se limpiaron y los vecinos de los cuarenta hogares que ahora forman la villa siguen una apretada agenda de tareas para mantenerla.

Miriam García y Gonzalo López están entre los residentes más nuevos en El Amarillo. Ahora tienen algunas habitaciones disponibles para arrendar, han construido cabañas exteriores y esperan terminar pronto un restaurante en la entrada de su parcela.

La casa de Miriam, de 44 años, y su esposo Gonzalo, de 64, es una de las primeras que se ven cuando se entra al pueblo. Ambos vinieron hace cuatro años, después de que se implementó el proyecto de hermoseamiento, pero -como muchos nuevos residentes- rápidamente tomaron nota...

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