Los uevos cazadores - 22 de Noviembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 544908666

Los uevos cazadores

"Pudo haber sido el 'Flash'", dice, a un año del episodio, Eladio Ramírez, guardafauna de la reserva.

-¿El "Flash"?

-Sí, mi huemul regalón. Uno que nunca se deja ver.

El "Flash" es un ciervo macho que se distingue del resto por su asta izquierda. "Es derechita para arriba, no como los otros, que la tienen encorvada", aclara Ramírez. Se alimenta de astromelias, brotes de robles y ñirres que consigue sobre los mil metros de altura en la zona montañosa de Las Parias, al interior de la Reserva Nacional Ñuble, ubicada en la cordillera de la Octava Región, 70 kilómetros al este de Chillán. Es un área silvestre protegida, junto a la Reserva Huemules de Niblinto y al Santuario de la Naturaleza del mismo nombre, ubicados más al norte, que alberga la última población de huemules de Chile central, la que recién se redescubrió en la década del 70, ya que antes de esa fecha no había registros de su presencia. Incluso en la actualidad hay grupos que dudan de su existencia, como ganaderos, interesados en usar esos territorios para alimentar a sus animales.

Eladio Ramírez anotó, tras el testimonio del turista, los detalles del singular avistamiento. Mal que mal nunca antes, en los 40 años que acaba de cumplir el área silvestre desde su creación, en 1974, un visitante había reportado la presencia de huemules. Mal que mal él, quien es el que más conoce la especie en su trato casi diario con los esquivos ciervos, solo ha logrado tomarle una sesión de fotografías: en noviembre de 2002, cuando fue avisado a través de una radio portátil por otros guardaparques, y tras rodear un cerro, descargó sobre dos huemules 36 disparos de su cámara con rollo.

Eladio Ramírez se convirtió en guardafauna de Conaf en 1978, cuatro años después desde que se comenzó a proteger el territorio de 75 mil hectáreas, donde confluyen ríos repletos de truchas, cascadas, lagunas en las cumbres de los cerros, bosques de ñirres, coigües y robles, además de aguas termales. Todo en un valle que antes de los años 70 estaba plagado de vacas, caballos, chivos y ovejas, además de arrieros con sus perros, los que en época estival introducían animales al entonces predio fiscal para engordarlos en las veranadas. Y cuando se iban, encendían fuego a las praderas de coirón, para que el pasto el año siguiente estuviera tierno.

Eso se acabó en 1974, cuando el Estado decidió proteger las entonces degradadas hectáreas. "Soy el último de los 'huemuleros' iniciales", se enorgullece Ramírez. Vive en Los Lleuques, ubicado a 22 kilómetros de la reserva, a la que llegó luego que se abriera un curioso aviso de trabajo: "Se buscan hombres conocedores de la montaña, para cuidar la nueva área silvestre protegida y ejecutar un rol clave: rastrear huemules".

No sabía nada del animal, salvo lo típico: que está presente en el escudo nacional junto al cóndor, y que se encuentra en peligro de extinción. En rigor, nadie en Los Lleuques los ha visto, ni cuando Eladio postuló a su trabajo ni ahora. "La gente no cree que todavía queden, porque la verdad es que resulta casi imposible verlos", explica el guardafauna. Él ha pasado años defendiendo su existencia en la zona e intentando convencer a quienes niegan al ciervo. "Existen, aunque hay que saber verlos. Por ejemplo, el 'Flash' nunca se muestra, y siempre se arranca cuando uno se acerca. Lo conozco desde que...

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