¿La Constitución tramposa? - 28 de Abril de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 433848310

¿La Constitución tramposa?

Aunque parecieran disruptivos y novedosos, hay un sabor algo añejo en los provocadores planteamientos de uno de los integrantes del equipo que presentó Michelle Bachelet para estudiar una nueva Constitución.

"El problema constitucional tendrá que resolverse por las buenas o por las malas". "Cualquier reforma constitucional que sea aprobada a través de las reglas institucionalmente vigentes hoy día", establecidas en su capítulo XV, "va a reproducir el problema", porque cualquier resultado de ese proceso "será un resultado viciado por la trampa", son algunas de las expresiones que motivaron encontradas reacciones entre constitucionalistas y la opinión pública.

A grandes rasgos, la "trampa" a que alude el asesor de la precandidata estaría configurada por los altos quórums que establece ese texto para modificar diversas materias -como las bases del régimen educacional- consagradas en leyes orgánicas constitucionales, lo que a su vez no podría alterarse por los altos quórums que requiere el procedimiento de reforma de la Constitución, cuyas mayorías no podrían alcanzarse por efecto del sistema electoral binominal.

Se agrega que este cuadro difiere de lo sucedido con la Constitución de 1925, que, pese a tener -afirma- un origen ilegítimo, se recuerda como un texto democrático por la práctica política que permitió. Y, en fin, sería "ingenuo" plantear -como lo hace el senador Camilo Escalona (PS)- que los cambios políticos que busca ese sector puedan realizarse por la vía institucional.

El espejismo del atajoA los jóvenes dirigentes estudiantiles, estos razonamientos les pueden parecer novedosos, pero distan de serlo. Esa misma lógica y voluntarismo arrastró a la izquierda chilena a un callejón sin salida que terminó con el desmoronamiento de nuestra democracia hace casi 40 años. Esos mismos calificativos de ingenuidad se aplicaron muchas veces -y también desde su propio sector- al candidato Salvador Allende, y ese fundamentalismo fue luego decisivo en el fracaso de la Unidad Popular.

Los exponentes de ese pensamiento hablan hoy de una "constitución tramposa", que no podría exigir mayor "lealtad constitucional". Entonces se calificaba a la democracia chilena de "burguesa" y meramente "formal". Hoy se arguye la amenaza "del desborde social", con el mismo designio fatalista -o interesado- con que en esos años se enarboló la "inevitabilidad de la revolución".

Cambian las palabras, pero no la actitud de quienes buscan justificaciones -ayer y hoy- para...

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