La tiranía de la belleza - 29 de Julio de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 521797298

La tiranía de la belleza

A comienzos del siglo XX la búsqueda de la belleza ya era un tema asumido entre las mujeres de la élite chilena. Las preocupaciones estéticas de las señoras y señoritas de la burguesía iban más allá de su gusto por la indumentaria europea -especialmente la francesa-, también están preocupadas de embellecer su piel y, especialmente, de cuidar su cuerpo. Encajar en los cánones estéticos imperantes ya significaba un esfuerzo para las chilenas. Más allá de la vanidad, esta tarea de embellecimiento y preocupación por la silueta también representaba una forma de articular su identidad femenina y obtener el "reconocimiento social".

Esta percepción aún persiste. En su libro "La Tercera Mujer", el sociólogo francés Gilles Lipovetsky asegura que la valoración de la belleza femenina surge con la división social entre clases ricas y clases pobres, y las mujeres exentas del trabajo se convierten en el centro de la idealización femenina por parte de los hombres. Gracias al tiempo libre y a sus recursos económicos estas mujeres pudieron dedicarse a ornamentarse y embellecerse. Las mujeres de las clases populares solo adoptaron estos patrones de belleza ya entrado el siglo XX. Entonces se democratizó el acceso a los productos y a los cuidados de la estética femenina, porque se abarataron sus costos y la publicidad se encargó de obsesionar a muchas mujeres del mundo con sus propios cuerpos.

"A lo largo del siglo XX, la prensa femenina, la publicidad, el cine, la fotografía de modas han difundido por primera vez las normas y las imágenes ideales de lo femenino a gran escala. (...) Al mismo tiempo se desencadena una dinámica irresistible de industrialización y democratización de los productos de belleza. Desde hace un siglo, el culto del bello sexo ha adquirido una dimensión social inédita", escribe el sociólogo francés.

El interés por buscar belleza se extiende por los siglos, pero es complejo definirla. Todas las sociedades han tenido su propia concepción de la belleza porque se trata de una construcción cultural, ligada a diversos códigos estéticos y a un determinado momento histórico. Una fantasía que no es inamovible, sino que ha variado en el tiempo. Aristóteles consideraba la belleza como armonía y proporción de las partes con el todo. Para Tomás de Aquino los componentes de la belleza además de una proporción correcta, eran la claridad o luminosidad y la integridad.

Aunque la búsqueda de la belleza no es privativa del mundo de las mujeres, históricamente ellas han estado más sometidas a los cánones de la idílica perfección física.

Según las muestras escultóricas que persisten de la prehistoria, numerosos estudios concluyen que posiblemente los hombres preferían mujeres con los órganos reproductores muy marcados (pechos, vientre, caderas anchas) para que no murieran durante el parto. En el Renacimiento, Leonardo da Vinci establecía que "la mujer debe poseer tres cosas blancas (la piel, los dientes y las manos), tres rojas (los labios, las mejillas y las uñas), tres negras (los ojos, las cejas y las...

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