Thoreau, biografía de un pensador salvaje - 16 de Julio de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 686534957

Thoreau, biografía de un pensador salvaje

Henry David Thoreau (Concord, Massachusetts, 1817-1862) no era un misántropo, pero nunca sucumbió a la seducción de los paisajes urbanos, bulliciosos y promiscuos. Amaba al ser humano, pero opinaba que solo podía realizarse plenamente en contacto con la naturaleza. No transigió con el racionalismo exacerbado, insensible ante el misterio, lo poético y lo intuitivo, ni con los dogmas religiosos, que no reconocen la trascendencia del orden natural. Jamás anheló la inmortalidad personal, pues siempre estimó un destino superior perdurar como una brizna del cosmos y no como un individuo. Admirador de los estoicos, consideró un trágico error dividir la realidad en dos esferas cualitativamente distintas. No hay que buscar lo espiritual fuera del espacio y el tiempo, sino en la naturaleza. Los bosques, las montañas y los ríos son el rostro visible de lo divino. Los pueblos nativos norteamericanos lo comprendieron, sin la necesidad de elaborar complejas teorías filosóficas.

Robert D. Richardson (Milwaukee, Wisconsin, 1934) publicó en 1987 una rigurosa e inspirada biografía de Thoreau subtitulada "A life of the Mind", que aparece ahora en castellano con el subtítulo "Biografía de un pensador salvaje". Ambas fórmulas son pertinentes y complementarias, pues Thoreau dedicó casi todas sus energías a reflejar mediante la escritura su evolución intelectual y espiritual. Sus apasionadas lecturas (Homero, Virgilio, Goethe) influyeron notablemente en su trayectoria, pero las enseñanzas fundamentales no las adquirió en los libros, sino en la naturaleza virgen.

Siempre se identificó con una famosa reflexión de Goethe durante su viaje por Italia: "No descansaré jamás hasta saber que todas mis ideas se derivan, no del rumor o la tradición, sino de mi contacto vivo y real con las cosas en sí". La biografía de Richardson -hasta la fecha la más completa, inteligente y rigurosa- revive la peripecia de Thoreau desde sus inicios, cuando recorre las afueras de Concord, Massachusetts, con John, su hermano mayor, embriagados por el paisaje. Su pasión por saber y entender no es una fría determinación académica, sino un sentimiento exaltado. "El pensamiento no es nada sin entusiasmo", advierte. Para emocionarse, solo es necesario abrir los ojos, mirar sin lastres y prejuicios: "Cuánta virtud hay sencillamente en ver".

Thoreau se identifica con el espíritu pagano de griegos y romanos, sin ocultar su escasa simpatía hacia el cristianismo, que invoca inexistentes paraísos para...

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