Una tarde con Tyson domesticando a la bestia - 9 de Julio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 644751561

Una tarde con Tyson domesticando a la bestia

-Mírame... -dirá más tarde Tyson, el doble campeón mundial de los pesos pesados, "El hombre más malo del planeta".

Estirado ahí, nadie pensaría que está en mitad de una pelea.

-Soy un viejo. Un jodido viejo afroamericano, feo y quebrado. Nadie me quiere.

-¿En serio cree eso?

-Nah -responde, puñeteando su propia mano-. Solo lo digo para mantener mi ego bajo control. !Todos me quieren¡ !Soy hermoso¡ Pero tengo que aplastarlo, ¿sabes?, tengo que destruir mi ego. Trabajo en destruirlo todo el tiempo. Peleo con mi ego todo el tiempo.

Casado desde el 2009 con su amiga de infancia Lakiha Spicer, Mike Tyson, 50 años, ocho hijos, ha pasado los últimos años intentando dejar atrás un estilo de vida tumultuoso: ya no hay orgías llovidas de cocaína, ni tigres blancos en el jardín, ni apariciones en la prensa siendo encarcelado por golpizas callejeras o porte de droga. Desde el 2011 vive en un suburbio tranquilo de Las Vegas donde los vecinos lo ven pasar al volante de su Cadillac Escalade negro o trotando por las mañanas. Lleva, según él, una vida ordinaria: desayuna con sus hijos, ejercita, almuerza con su mujer, revisan posibles contratos de trabajo, lee libros de historia o filosofía, y por las tardes hace volar a las palomas que cría en su garaje.

Tyson suspira. Luego dice:

-Amo la gloria. Pero mi gloria hoy es lograr que mis hijos se gradúen de la universidad, que sean respetuosos, tener una buena relación con ellos y cuidar de mi esposa. No puedo salir y decir que quiero salvar al mundo, porque no puedo salvarlo. Pero sí puedo cuidar de mi familia, compartir, viajar con ellos. Mañana nos vamos a Hawai por primera vez todos juntos, ¿cierto, hijo?

-El lunes.

-Eso, el lunes.

La rabia

Mike Tyson creció en Brownsville, la zona más pobre y violenta de Brooklyn. Al interior de un departamento de calle Amboy 178, vio cómo su madre, Lorna Tyson, se las arreglaba durante el día para conseguir alimentos en los servicios de beneficencia. Por las noches, en cambio, y tal como recuerda en su autobiografía (Toda la verdad, publicada el 2015), el departamento se convertía en algo parecido a Las Vegas: prostitutas, gánsteres y detectives, juegos de cartas y Lorna emborrachándose hasta caer dormida. De vez en cuando, su padre, un proxeneta llamado Jimmy Kirkpatrick, aparecía para discutir y terminar a los golpes con su madre, o acostándose con alguna de sus amigas semiinconscientes.

El camino, cree Mike, estaba marcado: afeminado, con sobrepeso, maloliente, hostigado en las calles del barrio y en su propia casa, entendió que para encajar entre bravos tenía que convertirse también en uno.

-Eso es lo que yo era -dice Tyson, mirando a su hijo, pegado al celular-. Siempre me sentí incómodo siendo quién era yo, desde que era un niño. Tenía todo el derecho a estar enojado, a sentir rabia.

-¿Dónde está esa rabia ahora?

-Está siempre rondando cerca, pero ya no es necesaria para mí. Ya no tengo por qué sentir rabia. Tengo una familia por la que luchar. Siempre he sido testarudo y sigo pensando en que soy el mejor. Si dijeran que hay alguien mejor que yo, te diría que no. Cuando yo me enfrentaba a un rival solo pensaba que me podía matar o que yo podía matarlo. Pero yo golpeaba más rápido. Por eso te he invitado, hijo -dice y observa a Amir-, para que no te olvides que soy el mejor del planeta.

Tyson no sabía leer ni escribir. De niño su destino era seguir el ejemplo de los delincuentes del barrio, envidiando sus chaquetas nuevas, dinero y mujeres. Por eso aprendió a usar armas. Y a robar casas. A los 11 inhaló por primera vez la cocaína y también probó algo de heroína. Su único escape a la violencia, dirá luego, era entrenar palomas en la azotea de un edificio abandonado, tal como lo ha hecho toda su vida: el único recuerdo, asegura, que lo conecta con la infancia.

-Era un lugar peligroso -dice Tyson-. Solo había animales y depredadores en la calle, disparando. Una persona controlaba el lugar y era respetado hasta por los policías. Todos robaban a todos. Hoy los que viven ahí son jóvenes y no entienden lo que pasaba en ese barrio.

De vez en cuando Tyson regresa a su barrio. Transita por esas calles, confundido, buscando algún recuerdo. Pero no encuentra nada.

-Es muy distinto. Hoy está todo jodidamente limpio y con personas diciendo "buenos días" en la calle. Gente blanca en mi viejo edificio, en mi viejo departamento. Es realmente extraño. Me hace creer que mi vida realmente no existió, porque no conozco ese lugar cada vez que voy. Me hace creer que todo lo que viví realmente no pasó, porque no puedo llevarte a tal lugar y decirte: "Aquí fue". No existe más. La atmósfera es otra. Un día incluso entré a lo que era mi departamento. Una persona me vio y me dijo: "Qué haces". Yo le dije: "Este solía ser mi departamento". Él me invitó a subir y me mostró cómo era ahora.

-¿Y cómo estaba?

-Muy bonito. Muy limpio. Nosotros teníamos un...

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