Svetlana Alexievich: el triunfo de una sobreviviente
Estas afirmaciones de Svetlana Alexievich, tomadas de su página web, se pueden considerar una declaración de principios en torno a una literatura donde la experiencia humana se presenta de la manera más directa posible y el autor cede la palabra a los testigos preservando los coloquialismos, énfasis y repeticiones de sus voces. Acoge no solo las historias que cuentan, sino también el dramatismo de sus relatos, sin temor a efusiones que la ficción artística y cierto periodismo suelen desechar como un subproducto emotivo.
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Nacida el año 1948 en un pueblo de Ucrania, Svetlana Alexievich pertenece a una generación marcada por la Segunda Guerra. Durante el conflicto, Bielorrusia perdió un cuarto de su población. Las condiciones de vida de la posguerra durante la que transcurrió su infancia fueron igualmente duras. Por eso vuelve sobre esos temas una y otra vez. Los relatos de sobrevivientes que escuchó desde la cuna la marcaron a fuego y los buscó sobre todo en las voces de quienes no suelen ser considerados por los hombres que escriben la historia. Es decir, las mujeres ("La guerra no tiene rostro de mujer") y los niños ("Los últimos testigos. Un libro de relatos nada infantiles"). Más tarde escuchó las historias de los que volvieron de Afganistán y de los que no volvieron ("Los chicos de zinc"). De los que sobrevivieron a la peor catástrofe nuclear de la historia ("Visiones de Chernóbil") y a la caída de la Unión Soviética ( "El tiempo de segunda mano. El final del hombre rojo", su obra más reciente).
Con 154 ediciones de sus libros en varios idiomas y 25 premios anteriores -entre ellos el Médicis de ensayo (Francia), el Ryszard Kapuscinsky de periodismo (Polonia) y el Premio de la Paz de los libreros alemanes (2013), considerado un predictor del Nobel-, la autora bielorrusa solo podía resultar desconocida a los lectores que dependemos de las lentas traducciones españolas. "Visiones de Chernóbil" (Debolsillo) fue traducido recién el año pasado y su primer libro, "La guerra no tiene rostro de mujer" (1985), será publicado en noviembre por Debate. Ambos títulos estarán en Chile para la Feria del Libro.
Desde 1987, cuando lo recibió Joseph Brodsky, que el Nobel de Literatura no recaía en un autor ruso. Disidentes han sido la mayoría de los escritores de esa nacionalidad premiados por la Academia Sueca. El primero, en 1933, fue Iván Bunin, autor de "Días malditos (Un diario de la revolución)". Lo publicó en 1925, durante su destierro en París, ciudad en la que murió 30...
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