Las sombras que dejan las condenas por abusos sexuales contra niños y niñas - 26 de Octubre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 820617697

Las sombras que dejan las condenas por abusos sexuales contra niños y niñas

El 13 de diciembre de 2017 , Javiera (cuyo nombre real ha sido cambiado para proteger su identidad) estaba preocupada. Recuerda que ya habían pasado algunas horas desde que Paz, su hija de 10 años, había salido a comprar y no le contestaba el celular. La niña, en realidad, no estaba sola: iba acompañando al pololo de su abuela, un hombre de 57 años. Luego de varios intentos de comunicarse con ella, la hija al fin le mandó un WhatsApp explicándole que estaban comprando luces de Navidad en una tienda del sector norte de Santiago.Cerca de las nueve de la noche, Paz llegó a la casa y se fue a duchar. Javiera dice que la notó extraña. El hombre, en tanto, le dijo que tenía un tema urgente de trabajo y se fue rápidamente. "Le pregunté a mi hija si quería comer algo, porque no había tomado once, pero me dijo que no tenía hambre y se fue a acostar", relata Javiera.Esa noche, Javiera cuenta que se metió a Facebook y vio algo que le llamó la atención: una página de su comuna tenía un video subido por una vecina que decía: "Este viejo estaba tocando a su nieta". "Le puse play , porque la parte de atrás de la camioneta era muy parecida a la de este tipo. Ahí vi que era mi hija y se veía que el pololo de mi mamá la estaba tocando (...). Me puse a gritar".Desde ahí, Javiera dice que solo recuerda que su mamá, que vivía con ella, intentaba calmarla para que Paz no se asustara. Entonces fue donde su hija y le preguntó qué le había hecho "ese viejo". "No me respondió, solo negó con la cabeza (...). Luego mi mamá logró comunicarse con su pololo y le preguntó cómo podía haber hecho lo que salía en el video. Pero ese hombre lo negó todo".Esa misma noche, Javiera fue con una amiga a interponer una denuncia por abuso sexual. "La PDI fue a la casa a buscar a la Paz para que declarara. Ella tenía mucho miedo, al principio no quería hablar, pero finalmente contó todo lo que le habían hecho ese día", dice.La investigación y el proceso judicial que siguió a la denuncia duraron casi un año. Ante las pruebas, el agresor se declaró culpable. El 6 de diciembre de 2018, en un procedimiento abreviado en el Segundo Juzgado de Garantía de Santiago, fue condenado a tres años y un día de presidio menor por el delito de abuso sexual impropio. La pena, sin embargo, fue sustituida por libertad vigilada intensiva; es decir, por un período de 10 años debía informar a Carabineros cada tres meses su domicilio. También, se le impuso la prohibición de acercarse a la víctima, la madre y la abuela.Esa condena fue una de las 1.394 que registró el Poder Judicial durante 2018 en todo el país. En promedio, significa que ese año hubo cuatro condenas al día por delitos sexuales contra menores de 14 años. Ese mismo año, además, es el que tiene más sentencias condenatorias en los últimos cinco, según información a la que accedió "Sábado". Las cifras, según señalan desde la institución, están sujetas a pequeños errores u omisiones debido a que son ingresadas a mano.La pena de tres años y un día que recibió el agresor de Paz es la más recurrente que obtuvieron los condenados por delitos sexuales a menores de 14 años entre 2015 y mediados de 2019. En total, hubo 1.970 castigos de tres años y un día. Le siguen las condenas de menos de un año (1.686) y las de cinco años (931).Paz también es una de las 2.990 niñas menores de 14 años que fueron víctimas de abusos, violaciones y otros delitos sexuales en 2018, según datos de la Subsecretaría de Prevención del Delito. El resto de las víctimas fueron 681 niños.El agresor de Paz fue amigo de la familia desde antes de que ella naciera, dice Javiera sentada en las afueras de un mall . "Por eso no era raro encontrarlo seguido dentro de la casa. Él era muy cercano a Paz y ella muy apegada a él. Cuando el tipo se iba, ella se le colgaba del brazo, le decía que no se fuera". Agrega que él siempre le daba el gusto en todo, le compraba lo que quería y hasta le cargaba el teléfono. "Lo que ella quería se lo daba, así se la ganó".La cercanía entre víctima y victimario suele ser un detalle común en la mayoría de los casos. Según Unicef Chile, 88,5 por ciento de los abusadores son conocidos de las víctimas.El abuso generó mucho daño en las vidas de Javiera y Paz. Luego de la denuncia, recuerda la madre, la niña fue derivada a terapia en un consultorio de Recoleta, en donde fue tratada por dos años. Hace poco fue dada de alta. Para Javiera, el proceso tuvo altos y bajos porque la figura de su agresor seguía presente: "Mi mamá nunca cortó contacto con él. Además, varios miembros de la familia no le creían a Paz", cuenta.Al respecto, relata que una vez se percató de que su hija estaba actuando raro y que se había orinado dos veces. "Le pregunté qué pasaba y ahí supe que había escuchado a su abuela hablar por teléfono con el sujeto. Era una señal de alerta que ella se estuviese haciendo pipí. Entonces decidí nunca más dejarla con mi mamá", dice.Sin embargo, hay algo que tanto a Javiera como a Paz las ha hecho...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR