Ruinas urbanas. Topofilias y narrativas del despojo en Santiago y en Bogot - Vol. 49 Núm. 147, Mayo 2023 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 931950367

Ruinas urbanas. Topofilias y narrativas del despojo en Santiago y en Bogot

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Introducción

A partir de las historias de dos barrios, Villa San Luis en Santiago y la antigua calle del Bronx en Bogotá, analizamos cómo programas utópicos, configuraciones heterotópicas, memorias y emociones se inscriben en las ruinas urbanas, movilizando ideas e imaginación para su reinvención, renovación y reutilización. La tesis central de este artículo es que en las topofilias (Tuan, 2007), entendidas como relaciones emotivas con anclaje material en lugares, cuerpos y objetos, reside una potencia creativa con capacidad de agencia política para las memorias marginadas de nuestras ciudades.

A continuación, mostraremos cómo cada uno de los espacios ruinosos estudiados afecta el paisaje, la ciudad y los cuerpos de sus habitantes. Describiremos cómo desde la memoria y la imaginación de los antiguos moradores, y desde el arte que ellos proponen, surgen extensiones materiales y existenciales de estos territorios devastados por el impulso del progreso (Benjamin, 2011). La pregunta que aquí interesa es cómo, a través de estos vestigios disputados, reacondicionados y narrados, se expresan y reavivan las memorias, las topofilias y las visiones de mundo de quienes alguna vez los habitaron.

Los casos analizados permiten situar dos perspectivas contrapuestas sobre los posibles destinos de las ruinas urbanas latinoamericanas. Por una parte, está la lectura desde el poder y los proyectos urbanos. Para quienes defienden esta visión de mundo, los barrios ruinosos son lugares distópicos que ponen en riesgo una noción de urbe alineada con los valores y la estética neoliberal (Arizaga, 2019; López-Morales, 2011; Suárez, 2010, 2012). Varios estudios señalan cómo, en América Latina, la solución de los conflictos relacionados con el deterioro social y arquitectónico de las centralidades urbanas ha sido la expropiación de comunidades marginalizadas y la subsecuente intervención urbanística con fines de especulación inmobiliaria y revalorización del suelo (Azuela, 2013; De Mattos, 2006).

Por otra parte, está la lectura de los antiguos habitantes de estos lugares, para quienes las ruinas hablan de memorias, presencias pretéritas y topofilias gestadas en sus territorios, mientras que--como veremos--la renovación urbana es sinónimo de despojo, riesgo e incertidumbre (Villate, 2015). Según Tuan (2007), la topofilia puede ser definida como el principio organizador de las diferentes formas en que los pueblos y los individuos sienten el lugar y el espacio. Por tal motivo, cuando la experiencia de topofilia se impone como emoción, es posible asegurar que el entorno porta acontecimientos y memorias de gran valor existencial y simbólico. Para los antiguos habitantes de la Villa San Luis y del Bronx, las ruinas de sus barrios son más que materialidades decadentes y vacías. Por el contrario, son soporte de sus memorias, elementos que invitan a reimaginar usos y significados, a contestar y resistir a la estética del progreso y del capital que pretenden imponer, con inocultables contrastes, las urbes latinoamericanas.

En el centro de esta discusión está la política de la materialidad, esto es, su maleabilidad e historicidad. La tesis que aquí se desarrolla señala que, en tanto artefacto cultural, la ruina no solo confronta la forma urbana, la contradice y tensiona; también la completa en sus narrativas subalternas. Ya sea como ruina, como escombro o desecho, ella opera como epítome del miedo y el desorden que desestabiliza el proyecto de ciudad moderna e introduce la desorganización como principio de posibilidad (Balandier, 2003). Como ruina, vestigio a menudo fetichizado que abre horizontes para la reinvención y el resguardo, en ella se movilizan y entrelazan agencias histórica y culturalmente situadas. Sin embargo, en este ir y venir, tanto la historia como la cultura participan desde una densidad significante, dejando espacio para la participación de la imaginación, los afectos y la magia de la mímesis y los sentidos sobre esa materialidad (Taussig, 2002). De allí que los destinos de un mismo barrio abandonado sean controversiales y evoquen narrativas y emociones tan disímiles; de allí que los guiones y cursos de acción que estas materialidades provocan sean siempre proyectos en movimiento con efectos impredecibles, más que propuestas clausuradas (Göbel, 2015; Latour, 2013; Latour & Yaneva, 2008). La figura de la ruina permite, entonces, interrogarnos sobre el misterioso modo por el cual formas sociales fragmentadas conviven y se desplazan, posibilitando nuevas formas sociales, nuevas totalidades sociales que se imponen a la suma de las partes, de manera precaria, voluble y siempre inestable. En este sentido, la invitación es a pensar las ruinas como sitios dinámicos atravesados por narrativas culturales que, a modo de palimpsestos, modelan los recuerdos, pero sobre todo las historias a futuro. Detenerse en las ruinas no es, en estos términos, una invitación a la nostalgia, sino a una "excavación reflexiva" capaz de conducir a la revisión histórica y la creación de futuros alternativos (Lazzara & Unruh, 2009).

A través de la descripción de cómo artistas, gestores y habitantes intervienen y transforman los escombros y las ruinas de manera creativa, nos proponemos comprender cómo dichas materialidades movilizan memorias y afectos para cambiar el curso de la historia. Veremos que, aunque las ruinas siempre albergan algo de nostalgia y melancolía, las memorias y topofilias que allí se incuban también pueden ser productivas y creativas. Sin embargo, las ruinas a menudo plantean dilemas éticos y políticos para quienes deben decidir cómo relacionarse y qué hacer con ellas (Lazzara & Unruh, 2009). En este sentido, las ruinas pueden también ser sitios que, desde el arte y la creación, permitan transitar hacia "fronteras de acción" y "pensamiento colectivo" que nos alejen de la distopía del escombro, y del peligro de la reificación y el estancamiento histórico (Masiello, 2009; Taylor, 2009).

Qué y cómo recordar plantea, sin embargo, interrogantes que no son fáciles de responder. Para algunos, agentes del patrimonio, la respuesta es fijar y reordenar los escombros para dar paso a la ruina, y con ello dejar el pasado intacto a modo de alegoría de un pasado feliz (Gordillo, 2018). Para otros, gestores de la memoria, el camino es la lucha por la dignificación del propio pasado, permitiendo que las ruinas honren a los muertos y respeten el sufrimiento de quienes han sido violentados en sus derechos. Para sociedades signadas por la violencia y la violación a los derechos humanos, enfrentar los residuos materiales como metáforas de dicha historia es siempre un proceso abierto. Tal como veremos a través de los dos casos analizados, la maleabilidad de las ruinas, trabajadas a través del arte o guiones curatoriales, permiten ciertamente crear, a través de objetos, recuerdos que entretejen la propia historia y biografía a una narrativa nacional; y con ello, la posibilidad de abrir un camino hacia el duelo y la reparación del trauma histórico (Arnold-de Simine, 2013).

En el caso de Villa San Luis, se analizan tres dispositivos que pobladores y gestores de la memoria (Jelin, 2002) movilizan en función de producir un desplazamiento simbólico y emocional desde la distopía de los escombros y grietas de la violencia, hacia las ruinas como heterotopías de la materialidad restaurada. En este trabajo de la memoria, las topofilias operan como soportes esenciales para el duelo y la puesta en valor de la propia historia. Argumentamos que aun cuando los tres dispositivos (monumento / arte / museo) son respuestas diferenciadas frente a la memoria y la materialidad violentada, en los tres caminos están presentes el duelo y la filiación afectiva al lugar y sus vestigios. En el caso del Bronx, presentamos un trabajo de arte y memoria alrededor de un lugar marginalizado cuyas ruinas delatan y condensan los estigmas y la violencia generados por décadas de "guerra contra las drogas" en Colombia. Aquí el dispositivo lo constituyen las memorias cantadas de habitantes de calle compuestas en clave de hip hop y un proyecto museal que explica la manera en que se tejen y actualizan los vínculos existenciales con el territorio y sus vestigios, incluso después de su desaparición física. Pensamos, desde una perspectiva antropológica y comparativa, que todas estas conexiones entre ruinas y memoria, desplegadas por gestores de la memoria y exhabitantes de Villa San Luis y la calle del Bronx, pueden ser interpretadas como vínculos topofílicos que a través de diferentes dispositivos (arte, monumento, museo), logran amarrar el pasado al presente.

La investigación se vale de un enfoque etnográfico y comparativo. En ambos casos se trabajó con la observación y registro como dispositivo de descripción densa de los lugares (Geertz, 1987); una observación detenida, acuciosa y que desnaturaliza la cultura y sus materialidades, permitiendo interrogarla desde su contingencia y su presente (Guber, 2004). Sin embargo, los cercos que impiden el ingreso a Villa San Luis obligaron a un trabajo de observación y registro de las materialidades desde las veredas; una distancia que se compensó parcialmente con las entrevistas a informantes clave. En el caso del Bronx, la imposibilidad de estar en el territorio se subsanó con la realización de una exposición en la cual se creó un modelo a escala del lugar antes de ser derruido. Durante este ejercicio se realizó un trabajo colaborativo con técnicas de la cartografía social, la etnografía y la investigación-acción participativa (Fals-Borda, 2009; Góngora et al., 2021). Luego fue posible regresar al territorio con sus antiguos habitantes para recorrer sus senderos y recordar la vida que allí alguna vez transcurrió. En ambos casos pudimos trazar conexiones parciales (Strathern, 2004), siguiéndole el rastro a los escombros, las ruinas y las personas que se conectan emocionalmente con ellas. En los dos ejemplos comprendimos las experiencias de quienes...

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