Requiem para el espiritu del legislador: La cultura de servicio en la Administración de Justicia - Núm. 1-1997, Enero 1997 - Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales - Libros y Revistas - VLEX 228554029

Requiem para el espiritu del legislador: La cultura de servicio en la Administración de Justicia

AutorRoberto G. Maclean
CargoEspecialista Judicial del Banco Mundial
Páginas1-16

Roberto G. Maclean es Especialista Judicial del Banco Mundial, Profesor Adjunto de Derecho Comparado en la Universidad de Georgetown, Washington D.C., antiguo Juez de la Corte Suprema de Perú, miembro de su Comisión de Reforma Judicial y Presidente del Grupo de Interés sobre Solución de Controversias de la American Society of International Law. El autor quiere dejar constancia de su agradecimiento por las sugerencias formuladas por el Sr. Ibrahim Shihata, Vicepresidente y Abogado General del Banco Mundial, Sr. Douglas A. Webb, Juez Sandra Oxner, Juez Bertrand du Marais, Waleed Malik, Teresa Genta Fons, Dale B. Furnish, Lama Abu-Odeh, German Larrieu A., Malcom Rowat, Reynaldo Pastor, Roberto Laver, Izumi Ohno, José Augusto Carvalho y Roberto y Ana Cecilia MacLean M., las que no solamente han sido incluidas sino que han mejorado notablemente el resultado final. Sin embargo las opiniones vertidas en este trabajo no representan necesariamente las de las instituciones o personas mencionadas y son de exclusiva responsabilidad del autor.


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Para Fernando de Trazegnies, autor de "La Muerte del Legislador"

I Introducción

Pedro Sánchez, propietario de un pequeño taller de reparación de automóviles en un país sudamericano ha solicitado un préstamo para ampliar su negocio con garantía de una hipoteca. El banco rechaza la solicitud. El presidente de la Asociación de Bancos de ese país, expresa en una entrevista, que en su país el proceso judicial aún para ejecutar una hipoteca es en la práctica tan engorroso, dilatado y costoso, que los bancos han adoptado la política de otorgar préstamos solamente dentro del reducido círculo de sus amistades, familiares, coterráneos o miembros de sus clubes o asociaciones, que les merecen confianza. Hacemos esto, dice, a pesar que desde el punto de vista de los negocios nuestro interés, y elección, sería otorgar préstamos para toda operación razonable e interesante que nos presenten. De esta manera ellos y nosotros podríamos crecer; pero no podemos.

Federica Koychevski, una técnica joven que ha comenzado a instalar una pequeña empresa en un país de Europa central, quiere tomar un seguro para protegerse, ella y su familia, de riesgos inesperados, y de esa manera poder invertir sus ahorros con mayor confianza. Sin embargo, la prima que cobra la compañía de seguros es tan prohibitivamente alta que ella tiene que renunciar a su intento. Cuando lo entrevisto, el presidente de la compañía se queja porque su empresa noPage 2está creciendo, como los accionistas esperaban, debido a que no puede reducir el precio de sus primas, por el alto costo y las demoras que sufren cuando, después de pagar un seguro por un accidente, tratan de recuperar judicialmente la indemnización de los responsables por el daño.

En un país del sudeste asiático, Sarv Macaya ha estado buscando empleo, sin éxito, por más de un año, para poder pagar sus estudios y casarse con la muchacha de la que está enamorado. El presidente de una compañía americana que ha invertido en ese país expresa en un seminario regional de inversionistas, que su compañía quisiera hacer nuevas inversiones por una suma adicional de por lo menos 50% de su capital y, así, crear muchos nuevos puestos de trabajo y, al mismo tiempo, aumentar sus ganancias; pero que el directorio de la empresa no lo aprueba, entre otras razones, debido a la falta de confianza y de credibilidad en la independencia, eficiencia y eficacia del poder judicial para hacer cumplir los contratos, proteger la propiedad, recuperar deudas y compensar daños causados.

La mayor parte de los habitantes, y hasta muchos de los abogados, de un país no perciben el efecto invisible que tiene un sistema judicial ineficiente y mal organizado, sobre la vida diaria, expectativas y esperanzas de cambio y justicia social de la mayor parte de nosotros. Pero, economistas como Douglas North o Hernando de Soto hace un tiempo que vienen llamando nuestra atención hacia el hecho que el crecimiento económico, el comercio y la inversión dependen en muy alto grado, al mismo tiempo que de un aumento en las oportunidades, de la reducción de los costos de transacción y de una distribución más justa y equitativa de la riqueza en la sociedad, del ambiente creado por el sistema legal y por las instituciones que lo aplican y hace efectivo. Esa es la razón que movió al Banco Mundial, décadas atrás, a proponer la creación del Centro Internacional para Disputas Sobre Inversiones (ICSID), como alternativa a los tribunales nacionales y, más recientemente, a emprender el programa de apoyo a la reforma legal y judicial en América Latina, Asia, Africa y Europa Central y Oriental. Este artículo trata de presentar una versión de una parte de ese programa, en el aspecto de la reforma judicial, tomando como punto de partida al juez y su entorno.

II La cultura de servicio
A La Historia de Dos Vuelos

Hace unos meses, al abordar el avión que me debía conducir a un país de Europa Oriental me crucé en el pasillo de la nave con el capitán. Al arrimarme a un lado para dejarlo pasar le dije: "Pase usted primero, porque sin usted la nave no puede volar". A lo que él me contestó: "Pase usted primero, porque sin los pasajeros el avión tampoco puede volar". Esta ocurrencia, sin mayor importancia, volvió a mi mente pocos días después, cuando en el país de mi destino tomé un vuelo interno en una compañía local. El avión llevaba ciento setenta pasajeros y mi asiento estaba en la primera fila. Cuando me levanté para ir al lavabo frente a mí, la asistente de vuelo me informó que ese era exclusivamente para la tripulación y que el lavabo para los pasajeros era el de la parte posterior del avión. Además de esto, al llegar el avión a nuestro destino, mientras la nave carreteaba hasta el estacionamiento una voz nos informó por los altoparlantes que ningún pasajero debería dejar su asiento hasta que la tripulación hubiera abandonado completamente el avión. Lo cual, por supuesto, tuvimos que cumplir.

De todos los aspectos que observé durante cinco semanas en ese antiguo país socialista, en el que estuve trabajando en la administración de justicia, y conversando con jueces, funcionarios, abogados y usuarios, ninguno refleja más gráficamente el contraste de perspectivas que existe en prácticamente todos los sectores de ese Estado, por oposición a países de Europa Occidental, los Estados Unidos y algunos del sudeste asiático. Porque en los dos casos el avión cumplió su cometido de transportarnos salvos a nues-Page 3tro destino. Los dos aviones reunieron las condiciones reglamentarias de seguridad e higiene, y en los dos viajes la comida estuvo caliente. En el primer caso, sin embargo, sentí que los pasajeros fuimos el objeto central de la atención de la compañía. En el segundo caso sentí que la compañía y la tripulación nos estaban haciendo a los pasajeros el favor de dejarnos viajar a cambio de no mortificar demasiado. En una economía abierta de mercado no es difícil suponer cuál de entre estas dos compañías sería elegida por un pasajero promedio. Y no es difícil suponer, tampoco, cuál podrá ganar más fácilmente nuestra confianza. Aunque en ambos casos se cumplió y aplicó la ley, la actitud del capitán de la primera nave es el producto de un enfoque de servicio en el que el usuario, el consumidor y el contribuyente son el centro alrededor del cual gira el sistema. En la segunda nave el centro del sistema alrededor del cual gira todo lo demás es la tripulación, la autoridad. La proyección de la diferencia de actitudes es de mucho mayor alcance de lo que tendemos a pensar de primera intención.

En otros países del Tercer Mundo -a diferencia de los antiguos países socialistas- la cultura de autoridad no es tan fuertemente perceptible, pero se produce con una distorsión en la que si bien el discurso teórico, político y legal pronuncia un postulado de servicio, la aplicación práctica del sistema trasluce la supervivencia del papel central e influyente de la autoridad, y del poder. El resultado práctico de esta situación es que se facilita el acceso al servicio o al mercado, principalmente, a un grupo privilegiado. La característica de este grupo es que la mayoría de los actores con capacidad de liderazgo no toman conciencia ni advierten las carencias y limitaciones de la situación real. Esto ocurre en particular con la función social de la ley y de los tribunales de justicia, oscurecida frecuentemente por una espesa neblina de formalismos, ritos, fórmulas rutinarias y postulados abstractos. Y todo esto, para hacer difícil la transparencia de las acciones, la aplicación efectiva de la ley, la rendición de cuentas por la responsabilidad personal de los actores y para mantener todavía un sistema de privilegios. Esta situación se encuentra con...

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