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Proyecto de ley que regula la distribución de alimentos aptos para el consumo humano

Fecha21 Julio 2015
Número de Iniciativa10198-11
Fecha de registro21 Julio 2015
Autor de la iniciativaGirardi Lavín, Guido, Ossandón Irarrázabal, Manuel José
MateriaALIMENTACIÓN, ALIMENTOS, CÓDIGO SANITARIO, CONSUMO DE ALIMENTOS
EtapaSegundo trámite constitucional (C.Diputados) Primer informe de comisión de Salud
Tipo de proyectoProyecto de ley
Cámara Legislativa de OrigenSenado,Moción


Boletín N° 10.198-11


Proyecto de ley, iniciado en moción de los Honorables Senadores señores Ossandón y Girardi, que modifica el Código Sanitario en materia de disposición de alimentos para evitar su desperdicio.


I. Diagnóstico y desafíos


1.- A nivel internacional


Según el estudio realizado por la FAO “Pérdidas y Desperdicios de Alimento en el Mundo”1, alrededor de un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale a aproximadamente 1300 millones de toneladas al año. Este hecho es grave principalmente por tres razones.


En primer, lugar la cuestión de las pérdidas de alimentos evidencia un cuestionamiento ético mayor asociado a la realidad de alrededor de 805 millones de personas en el mundo, las cuales no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa.


En segundo lugar, las pérdidas de alimentos conllevan el desperdicio de recursos utilizados en la producción como tierra, agua, energía e insumos. Así lo indica el estudio realizado por la FAO sobre el tema, “Food Wastage Footprint: Impacts on Natural Resources”, documento que analiza los impactos globales del desperdicio de alimentos desde una perspectiva medioambiental2.


Dicho estudio establece múltiples consecuencias. Por una parte producir comida que no va a consumirse supone emisiones innecesarias de CO2 además de pérdidas en el valor añadido de los alimentos producidos. Sin contabilizar las emisiones de CO2 que provoca el uso de la tierra, la huella de carbono de los alimentos producidos que no son consumidos se estima en 3.300 millones de toneladas de CO2: el equivalente al consumo del tercer emisor de CO2 más grande del mundo después de Estados Unidos y China3.


Por otra parte, a nivel global, la huella hídrica azul (es decir, el consumo de recursos de aguas superficiales y subterráneas) utilizada para producir comida desperdiciada es de, aproximadamente, 250 km3, lo que equivale a la descarga de agua anual del río Volga, o a tres veces el volumen del lago de Ginebra. Finalmente, alimentos producidos en vano ocupan casi 1,4 mil millones hectáreas de tierra; esto representa cerca del 30% de todo la superficie agrícola del globo.


Si bien es difícil estimar los impactos sobre la biodiversidad a nivel global, el despilfarro de alimentos participa de las externalidades negativas que generan la expansión del monocultivo y la agricultura en las áreas silvestres como la pérdida de biodiversidad, incluyendo mamíferos, aves, peces y anfibios4.


En tercer lugar, las pérdidas de alimentos que pueden evitarse tienen un impacto negativo directo en los ingresos, tanto de los agricultores como de los consumidores. En efecto, muchos pequeños agricultores viven hoy al margen de la inseguridad alimentaria. Por ende, reducir las pérdidas de alimentos podría tener un impacto inmediato y significativo en sus medios de vida5. Adicionalmente, mejorar la eficiencia de la cadena de suministro de alimentos puede ayudar a disminuir el coste de los alimentos para el consumidor y, así, aumentar el acceso a estos. Finalmente, trabajar en la educación y prevención del desperdicio de comida constituye una política que podría permitir un mejoramiento de calidad en la vida de las personas, al desperdiciar estas menos recursos monetarios en su alimentación.


2.- A nivel nacional


A) Niveles altos de desperdicio en los procesos y consumo


Chile no es ajeno a esta realidad por diversas razones. El desperdicio de alimentos en el país posee niveles alarmantes. En relación a la pérdida durante los procesos de producción, transporte y venta, una investigación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) identificó que productoras y vendedoras chilenas pierden al menos 27 mil toneladas al año de arroz, papas, lechugas, merluza y jibias por malos manejos en su producción6.


El reporte se basó en una muestra por sector, pero refleja que si se aplicara a toda la industria nacional, el desperdicio de alimentos real llegaría a niveles muy altos.


La investigación midió el trabajo de uno de los tres principales molinos arroceros del país, y concluyó que desperdicia 140,4 toneladas anuales principalmente por la caída de grano al suelo. Esto equivale a botar 9 mil porciones semanales.


También analizó los cultivos de lechugas de diez agricultores de Colina, Lampa y La Pintana. Por efectos climáticos, daños mecánicos y calibración para el mercado, se pierden 16.550 unidades por hectárea, que es el 20% del potencial de cosecha.


Los mismos factores afectan a ocho productores de papas en Melipilla. Allí, detectaron que en la cosecha se pierde 1,08 toneladas por hectárea, 1,07 en la almacenada y 13,4 kilos por cada tonelada comercializada en ferias libres.


En lo que a productos pesqueros se refiere, la indagatoria se centró en la pérdida que se hace en las pesquerías artesanales de merluza y jibia en dos caletas de la Región de Valparaíso.


En la primera cuantificaron la pérdida de 1.851,29 toneladas al año, lo que representa el 55% de la masa total capturada y que, según la FAO, serviría para alimentar a 900 personas por año. En el caso de la jibia, el desperdicio llega a 24.824,53 toneladas, un 44% de lo atrapado y que daría de comer a más de 24 mil personas anualmente. En ambos, el desperdicio se debería a problemas en el trabajo que realizan en la pesca, limpiadores e intermediarios.


La FAO informó que las pérdidas y desperdicios son un problema global, que si se resolviera en América Latina y el Caribe alcanzaría para alimentar a casi diez veces el total de personas que sufren hambre.


Esta realidad de desperdicio se ve agravada por las conductas de los chilenos al momento de consumir estos alimentos. El Centro de Estudios de Opinión Ciudadana de la Universidad de Talca realizó en 2011, una investigación cuantitativa con el objeto de indagar acerca de cuánto desperdiciamos los chilenos en productos de alimentación7.


En términos globales se obtuvo que, para casi la totalidad de los entrevistados (94,9%) el botar comida acumulada en el refrigerador es una práctica normal y sólo el 5,1% señala que es algo que nunca ocurre. Siendo que para un tercio de los encuestados es una práctica tan frecuente como por lo menos una vez a la semana y si bien, un 60,0% señala sentirse culpable por haber desperdiciado comida, un 23,0% considera que esta práctica es parte de lo cotidiano y está acostumbrado a hacerlo y 17,0% ni siquiera se ha cuestionado al respecto. Lo que más se bota a la basura es la comida preparada, con 44,1% de los entrevistados que señala ser el producto más desperdiciado.


En tanto 24,4% bota verduras y 12,9% pan. La razón más aludida para el desperdicio de los alimentos es que se olvidaron de que la comida estaba ahí (57,6%). En relación al gasto mensual en productos lácteos es superior a $5.000 para casi la totalidad de los entrevistados, siendo que la mayor frecuencia (35,7%), se da en el tramo de entre los $11.000 y $20.000.


En relación a restaurantes y comercios chilenos, existen situaciones sistemáticas de desperdicio pese a no estar ampliamente documentadas. En un reportaje de “La Tercera”, el reconocido académico Tristram Stuart señaló que, de acuerdo con los datos de su investigación, los restaurantes y comercios chilenos trabajan con un 58% más de la comida que realmente necesitan, a pesar de que la mayoría de los expertos en agronomía del mundo señalan que un exceso de 30% es suficiente para hacerle frente al desperdicio inevitable de alimentos. Esto se traduce en que, según Stuart -quien trabajó con datos obtenidos de la FAO-, en Chile se generan 1.62 millones de toneladas de basura de residuos de alimentos cada año, lo que significa que, para el 2025, podríamos estar produciendo 2,25 millones de toneladas de desperdicios que también incluyen restos alimenticios inevitables, como las cáscaras de plátano8.


En resumen, el desperdicio de alimentos es un fenómeno que concierne a diversos sectores de la sociedad chilena por lo que urge tomar medidas para luchar contra esta tendencia.


B) Consecuencias medioambientales para Chile


Si bien la situación medioambiental global nos puede parecer lejana, Chile es uno de los países más expuestos al cambio climático en el mundo. Esta realidad ya se empieza a sentir con el aumento de fenómenos...

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