'Ponerle garras y corazón a lo que hago, me ha resultado'
-Ese día le agarré el gustito .Francisca Mardones Sepúlveda, de 43 años, aún recuerda su primer acercamiento al deporte. Estaba arriba de una bicicleta marca Juanito Mena, en una competencia en su jardín infantil.-Me entusiasmé porque gané la carrera.Son las seis de la tarde de un martes de septiembre. Francisca, a través de una videollamada por Zoom, relata ese momento de su infancia que ocurrió hace más de tres décadas. Sentada en su silla de ruedas, viste una polera negra con las marcas de sus auspiciadores. Luce cansada. Confiesa que ha tenido problemas para dormir por el cambio de horario.La deportista está aislada en una habitación de su casa. Hace unos días aterrizó en Chile tras su paso por los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Allí se convirtió en la primera mujer chilena en obtener una medalla de oro olímpica y paralímpica. También registró un nuevo récord mundial en el lanzamiento de bala. El mismo que ella, años antes, había establecido. En esa ocasión, lo hizo dos veces.-Cuando gané esa carrera en bicicleta, soñaba con estar en los Juegos Olímpicos. Siempre pensé que sería como espectadora, pero jamás imaginé que lo lograría como deportista.Al entrar al colegio, Francisca Mardones inmediatamente comenzó a destacar en los deportes y a participar en competencias. Practicó atletismo, básquetbol, vóleibol y natación. Sus padres y hermano mayor, solían acompañarla desde el público.-Mis compañeras me molestaban porque los profesores de educación física se peleaban para elegir quién me llevaba a competir los fines de semana.Durante su adolescencia, Francisca comenzó a evaluar la opción de dedicar su vida al deporte. "Me gustaba, pero faltó gente que me guiara. No había ligas o competencias donde puedes hacer una carrera deportiva. Tampoco había muchas referentes mujeres. Después se me pasó el tiempo", dice. Entre sus planes, tenía planeado estudiar Educación Física. Pero dos meses antes de entrar a la universidad, un accidente en auto la dejó con lesiones momentáneas en su cuello.-Si no podía entrenar o hacer algún ejercicio, mejor estudiaba pedagogía y después me cambiaba. Pero tampoco me gustó, así que elegí hotelería y me encantó. Pero siempre me quedé con esa espinita del deporte, de querer dedicarme a eso.En 1999, al terminar la carrera, Francisca Mardones entró a trabajar a un hotel en las Islas Vírgenes, en Puerto Rico. Llevaba un par de meses hasta que, en noviembre de ese año, el huracán Lenny arrasó con el lugar.-No tenía ni idea lo que era un huracán, pero uno se podía preparar porque te avisaban horas antes. Hice lo que...
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