La pesadilla de un ejecutivo - 13 de Julio de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 449009450

La pesadilla de un ejecutivo

El viernes 4 de mayo de 2002 el jefe de operaciones comenzaba a cerrar la semana en el Banco Internacional, ubicado en Santa María de Manquehue. Había despachado a la mayoría del personal, salvo un cajero y el guardia, quien cerca de las tres y media de la tarde se cambiaba de ropa para terminar su jornada, cuando un encomendero en moto tocó la puerta.

El guardia. Él señaló que traía documentos para le ejecutiva Marcela Torres, que efectivamente trabaja en el local. Recibí autorización del jefe de operaciones para hacerlo ingresar. Ya adentro dijo que venía de la empresa VyT y luego le entregó el sobre a al jefe de operaciones, quien lo hizo firmar. Posteriormente, esta persona solicitó el baño. A salir me redujo, intimidándome con una pistola, solicitándome que me quedara tranquilo, amenazándome de muerte en todo momento, golpeándome en la cabeza varias veces con la empuñadura. Me amarró de pies y manos.

El cajero estaba detrás del vidrio antibalas, con el botón de pánico a mano.

El cajero. Por mi ubicación se me hace imposible ver el sector de ingreso. Debe haber pasado aproximadamente un minuto cuando el jefe de operaciones me dice: "Juan Pablo, ven", por lo que salí a dicho sector; caminé unos 15 metros en dirección de la entrada del banco y vi al jefe de operaciones que me dijo "nos están asaltando". Yo le respondí: "me estái hue......". Él me vuelve a decir: "nos están asaltando" y mirando a su costado pude advertir la presencia de un tipo delgado, de baja estatura, que mantenía un casco puesto, por cuanto no pude ver su rostro a plenitud.

El sujeto llevó a ambos a la bóveda, apuntándolos. Cuando entraron a la sala previa, el cajero intentó prender la luz, pero no había electricidad. El delincuente se desesperó:

-¿Qué apretaste, conch..........? ¿Qué apretaste?

Le explicó, tartamudeando, que trataba de iluminar el lugar. El jefe de operaciones digitó la clave de seguridad y el cajero pasó la llave. Con la ayuda de ambos cargó 119.637.824 de pesos en dos bolsos, uno de los cuales estaba ya dentro de la bóveda. Al terminar, amarró también al cajero y le dijo a Garcés:

-Tú, anda a dejarme afuera.

El jefe de operaciones. Me llevó al hall y me pegó un culatazo en la cabeza. Yo caí al suelo y perdí el conocimiento. Quiero agregar que esta persona portaba un casco de motorista color rojo, el que no se sacó. A la vez quiero agregar que hace dos semanas llegó al banco una persona masculina, que dijo molesta: " ya van a ver cuando los asalte".

El cajero se desamarró solo y dio aviso a la central del banco. Carabineros les tomó la declaración a los tres y un perito trabajó en los retratos hablados.

El jefe de operaciones era Claudio Garcés Bórquez, 52 años, hijo de un sastre y una dueña de casa. En 1979 ingresó a estudiar Administración de Empresas al Inacap. Recién egresado, conoció a Beatriz Riquelme, con quien se casó seis años después. Tiene dos hijos: uno de 26 años, Claudio, ingeniero industrial, y uno de 16, aún en el colegio. Su primer trabajo fue en Comandari SA, empresa textil. Ahí era el encargado de los pagos. "Íbamos al centro con la plata en un maletín; millones de pesos en efectivo. Nunca tuvo un problema", dice su esposa.

En 1987 comenzó su carrera bancaria en el Banco del Desarrollo. En 13 años ahí, partió como cajero y terminó como jefe de sucursal. Fue contratado por la filial chilena del Dresden Bank, también como supervisor. En 2005 llegó al Scotiabank. "Cualquier robo o asalto en Cerrillos, de cualquier banco, él era el encargado de acudir en el turno, aunque fuese fin de semana, para hablar con Carabineros y mostrarles el lugar", dice su hijo mayor. "Siempre nos inculcó ese sentido de responsabilidad, de que no había camino corto para las cosas, que había que estudiar para ser alguien en la vida. Para el terremoto, por ejemplo, apenas amaneció partió a cuidar la sucursal de Quilicura, porque había escuchado que podían haber saqueos".

En 2010 fue despedido por "necesidades de la empresa". Tuvo que ponerse a buscar trabajo, presionado por su edad: solía decirle a su esposa que nadie quería contratar empleados pasados de 45 años para cargos ejecutivos o de atención a público. Su hijo mayor estaba en la universidad, estudiando con crédito. Garcés rearmó su currículo, con la veintena de cursos de perfeccionamiento que había completado. Enumeraba sus habilidades:

Profesional orientado al logro de objetivos, capacitado para satisfacer necesidades de los clientes, con experiencia en operaciones bancarias financieras nacionales e internacionales y liderando equipos...

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