Pensar el malestar - 1 de Marzo de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 840791299

Pensar el malestar

En estos días, la ciudad ha ido recuperando su quehacer habitual. Sin embargo, la normalidad es ahora distinta. Incluye protestas cotidianas en la Plaza Baquedano y movilizaciones de toda índole; tiendas y pequeños negocios familiares blindados en espera de un ataque; muchachos y muchachas aún envueltos en la épica del combate callejero; grafitis que transmiten insultos varios o deseos insensatos y absurdos; chalecos reflectantes que dirigen el tránsito a cambio de una propina; carpas en el bandejón central de la Alameda, habitadas por personas que han sustituido la actitud del desposeído por la displicencia de quien decidió vivir al margen; suspensiones de los test de admisión a las universidades luego de la protesta de jóvenes enardecidos; la funa y los gestos agrios sustituyen, por momentos, al diálogo democrático en el Congreso; los ritos y las actuaciones juveniles movilizan y contagian a quienes miran la protesta; profesionales burgueses asisten al fenómeno con entusiasmo, viendo en él un respiro a la impersonalidad de la organización en que se ganan la vida; políticos, periodistas, columnistas, estrellas de matinal, rectores, futbolistas, escritores y dirigentes de toda índole miran una y otra vez el teléfono, ese inquisidor invisible, para cerciorarse de que las opiniones que han emitido merecen el aplauso en vez de la repulsa que tanto temen.Se observa una nueva actitud en las personas, quienes, de pronto, parecieron descubrir que los dispositivos que producen el orden no eran más que fantasías. Frente al Paseo Ahumada, un taxista se encuentra detenido a metros de una pareja de carabineros, los mismos que en septiembre le habrían cursado una infracción. Ahora el taxista, con su sillón levemente reclinado, espera pasajeros al compás de una batucada callejera mezclada con el murmullo del comercio ambulante. Al tomar el taxi y preguntarle al conductor -un hombre que debe ser abuelo y un trabajador honrado- cómo era que podía estar estacionado allí, contestó: "Es que después del 18 de octubre todo está permitido".El taxista resumió, espléndidamente, lo que pudiera llamarse el clima social de Chile. "Todo está permitido". Los sociólogos denominan a este fenómeno "anomia". Esta no sería otra cosa que la ausencia de normas, la falta de una orientación compartida de la conducta que alimenta, a la vez, una falsa sensación de libertad y una inevitable frustración. Y es que la permisión total no es, como es fácil comprobar en estos días...

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