Pensar la crisis: el Estado y la política (iii) - 13 de Febrero de 2020 - El Mercurio - Noticias - VLEX 840107846

Pensar la crisis: el Estado y la política (iii)

Otro de los fenómenos que la crisis de octubre ha puesto de manifiesto -además de la vivencia de la desigualdad y la cuestión generacional que ya se ha examinado- ha sido la debilidad del Estado en Chile.Al extremo que la crisis de octubre, si así puede llamársela, parece ante todo una crisis del Estado.Cuando se le observa desde los clásicos, el Estado es ante todo un productor de orden, en esto coinciden los escritores políticos desde Hobbes a Carl Schmitt, y los que se ocupan de la sociología, desde Parsons a Giddens. Liberales y conservadores, marxistas y no marxistas, coinciden, con fórmulas diversas, en lo mismo: la tarea del Estado, aquello que justifica su existencia, es la producción de orden. Desde este punto de vista, todos quienes se dedican a la política, en la medida que aspiran a conducir el Estado, son miembros de eso que Marx llamó, en "El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte", el partido del orden. Ocuparse de la política -o vivir de ella- sin estar enterado de esto, más que ignorancia, es simple tontería adolescente.Pues bien, lo que la crisis de octubre ha puesto de manifiesto -además de la incapacidad intelectual de los políticos profesionales para comprender ese problema- son las dificultades del Estado para llevar a cabo esa fundamental tarea.La índole del ordenEl orden es un concepto relativamente plástico, que alberga múltiples posibilidades. Por eso reclamar orden no equivale necesariamente a demandar una determinada forma de las relaciones sociales, sino un determinado grado de previsibilidad de estas acompañado de ausencia de coacción directa. Hay orden allí donde la violencia ha sido excluida de la interacción y donde esta última es relativamente previsible. Por eso, al margen de la forma de vida que prefieran los partícipes de la lucha política, la demanda de orden debiera ser común a todos.La previsibilidad de la vida social y la ausencia de coacción liberan esfuerzo y permiten que la vida de los seres humanos se vuelque a actividades creativas, distintas al mero y tosco esfuerzo de sobrevivir en la selva. Sin previsibilidad, el individuo humano vive alterado, puesto en alerta frente al otro -el alter - enconado frente a su medio, invirtiendo gran cantidad de energía psíquica en el esfuerzo. En esto no hay dos opiniones en la literatura. Basta citar a autores como Ortega o Gehlen, o entre nosotros, Jorge Millas, para advertirlo.Por eso no hay nada de conservadurismo o algo semejante en la demanda de orden o en...

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