La pelota no se mancha: el fútbol como narrativa
En "La vida es un balón redondo", el fallecido editor suizo de origen serbio Vladimir Dimitrijevic reflexiona: "El primer y el último pitido de un árbitro en un partido, el comienzo y el final de un libro. Es el momento en que se ha terminado. Está bien: se ha hecho. (...) Lo hicimos. Es el único consuelo que le queda al hombre. Para volver a comenzar o continuar en secreto lo que le apasiona".
Ambas son respuestas posibles a las preguntas que se plantean Juan Villoro y Martín Caparrós en "Ida y vuelta", el libro que recoge la correspondencia que tuvieron a propósito del mundial de Sudáfrica: "¿Tiene caso que suspendamos la respiración, el matrimonio y el trabajo a favor de lo que pasa en la cancha? ¿De qué diablos hablamos cuando hablamos de fútbol?", plantea el mexicano. Y el argentino: "¿Te has parado a imaginar, Villoro, un mundo sin fútbol?" "¿Por qué el fútbol?".
Biografía futura
Antes de la televisión global en vivo y en directo, el fútbol era sobre todo un relato (oído en una radio o leído en un periódico). No debe extrañar, entonces, que el deporte más popular del mundo llame a la literatura. Por eso y porque, si es el más masivo, las probabilidades sugieren que más de un escritor es un apasionado del deporte rey. "Escribir el fútbol es una de las muchas reparaciones que permite la literatura", confiesa Villoro en su libro de crónicas "Dios es redondo".
Claro, porque la lógica masiva del fútbol implica que es un universo de vocaciones frustradas que quizás las letras subsanan. En el prólogo que hace Ángel Berlanga a "Arqueros, ilusionistas y goleadores", la reunión de relatos futboleros del argentino Osvaldo Soriano, escribe lo que, tal vez, sea la clave de la narrativa redonda: "En estos textos Soriano consigue capturar la belleza y las tensiones de los instantes decisivos del fútbol, [aquí viene la clave] compuestos sobre todo a partir de las fantasías y las concepciones de quienes lo juegan".
Aunque, para hacer más certera la afirmación, tal vez debiera decir: compuestos sobre todo a partir de las fantasías y las concepciones de quienes no lo juegan. A propósito de lo cual se puede mencionar la novela "Papeles en el viento", del argentino Eduardo Sacheri, hincha del fútbol, pero sobre todo de Independiente. En ella, un grupo de amigos decide ayudar a la hija de uno de ellos, el Mono, que acaba de morir, y que gastó todos sus ahorros en comprar a una joven promesa del fútbol que no se cumplió. Antes de ese fracaso, se lee, el Mono estaba seguro de que sería futbolista, estrella, y luego técnico. Que sacaría campeón del mundo a Argentina. Pero, al cumplir veinte años, en Vélez Sarsfield (su club) "lo notificaron del único verbo en modo potencial para el que nunca había tomado el menor recaudo": quedaría libre, "en el club habían decidido prescindir...
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