Pablo Neruda La cuenta regresiva - 12 de Diciembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 589274250

Pablo Neruda La cuenta regresiva

La noche anterior no había pegado un ojo. En una radio a pilas que manejaba sobre el velador junto a Los sonetos de la muerte, de la Mistral, escuchó que las tropas se trasladaban para atacar La Moneda.

Alarmado, hizo sonar dos veces la campana que comunicaba su habitación con el primer piso. Así fue que despertó a su chofer y guardia personal, Manuel Araya, a las cuatro de la mañana.

-¿Qué pasó, don Pablo? -preguntó Araya, con buzo y zapatillas, al verlo despierto junto a su tercera esposa, Matilde Urrutia, a quien llamaba cariñosamente la Patoja.

Pero Neruda apenas podía hablar.

-Va a pasar lo mismo que pasó en la Guerra Civil en España. Nos van a matar a todos -recuerda el chofer que este le respondió.

Araya camina por la costanera de San Antonio recordando esto. Han pasado más de 40 años, pero él asegura mantener la memoria fresca.

Tenía 26 años cuando el Comité Central del Partido Comunista le dio, en 1972, la misión de trabajar con el poeta. Y ahora, que cumplió 69, la misma edad que tenía Neruda cuando murió el 23 de septiembre de 1973, no se quiere ir de este mundo sin que se sepa lo que él sostiene es la verdad: que Neruda no murió a causa del cáncer prostático que padecía, sino que fue asesinado por agentes de la dictadura como denunció en 2011.

Una causa por asociación ilícita y homicidio calificado lleva desde entonces el ministro en visita de la Corte de Apelaciones de Santiago Mario Carroza, a la que Araya ha sido citado a declarar. El chofer es uno de los pocos testigos de los últimos días de Neruda que siguen vivos.

-Él no era un enfermo terminal. Su cáncer estaba controlado y nunca llegó a estar postrado. Fue con el golpe militar que todo se puso muy oscuro -advierte.

El Once

El 11 de septiembre, el Presidente Allende y el escritor José Miguel Varas habían quedado de almorzar con Neruda. Este último le llevaría a Isla Negra el primer ejemplar de Canción de gesta, el libro que su mujer, Iris Largo, estaba a punto de publicar con la editorial Quimantú.

Largo explica a "Sábado" que esto nunca llegó a suceder, porque a las siete de la mañana Varas llamó a Neruda por teléfono para cancelar la cita.

-La situación del país le impedía moverse -cuenta Largo sobre lo que el propio Varas narró en su obra ¿Qué hacía yo el 11 de septiembre de 1973?

Esa mañana le dijo a Neruda:

-Es difícil que pueda ir. Quizá más tarde.

Ante lo que Neruda enmudeció.

Luego respondió, lacónico:

-Quizá nunca -y cortó.

El televisor Bolocco del poeta siguió encendido todo el día. Y Araya cuenta que aunque le llevó varias veces el lavatorio para que pudiera lavarse las manos antes de comer, Neruda perdió el apetito.

-Vaya a averiguar con el oficial amigo de El Quisco si hay señales de un golpe de Estado -dice el chofer que le rogó el poeta, a eso de las once de la mañana.

Araya se puso en marcha. Minutos después, el oficial hizo sonar la campana de la casa de Neruda que había en el patio:

-El golpe era un hecho -recuerda Araya que anunció este.

Neruda quedó descolocado. Recordó a los muertos del franquismo. La persecución de Gabriel González Videla. Pero cuando la radio emitió las últimas palabras de Allende, se llevó las manos a la cabeza.

-Este es el final -le dijo a su mujer, apesadumbrado.

Acorralado

Un buque de guerra se instaló frente a la casa de Isla Negra, según Araya. Era el 12 de septiembre y Neruda cojeaba producto de una flebitis en la pierna derecha. El poeta padecía, además de un cáncer a la próstata, un reumatismo gotoso. Cuando dejó la Embajada de Chile en Francia y volvió al país con el Nobel bajo el brazo, en noviembre de 1972, acababan de operarlo en París.

-Neruda padecía de un mal pronóstico; sin embargo, nada presagiaba una muerte rápida -asevera el doctor Guillermo Merino en el expediente de Carroza sobre las radioterapias con cobalto que el poeta recibió en el hospital Van Buren a su retorno.

Para Rodolfo Reyes, abogado querellante y sobrino del poeta, su tío "tenía los achaques típicos de la edad, pero se veía saludable", al menos hasta marzo de 1973, cuando se vieron por última vez. En esa ocasión, Reyes le llevó a Isla Negra la copia de una fotografía que ahora cuelga en su oficina y que tiene una dedicatoria de Neruda: "A los nuevos Reyes, un viejo Reyes", se lee con letra decolorada en la imagen en blanco y negro que fue tomada en La Granja durante su campaña presidencial de 1970.

-La historia oficial dice que en marzo del 73 ya tenía un cáncer avanzado, pero la familia no supo de eso hasta que nos enteramos de su muerte. Yo siempre lo vi vital, contento. Nadie esperaba su fallecimiento -afirma el sobrino.

En lo que sí hay consenso es que el golpe lo desmoronó anímicamente.

-Ese 12 de septiembre llamó incesantemente por teléfono. Intentaba contactar a sus amigos del Partido Comunista, pero nadie le respondía. Don Pablo se sentía atado de manos. Temía que lo fueran a detener. Estaba solo -cuenta Manuel Araya.

Neruda apuró sus memorias. El secretario Homero Arce pasó a máquina sus apuntes con tinta verde. Estaban en eso cuando el 14 de septiembre la casa de Isla Negra fue allanada en busca de armas.

-Neruda estaba almorzando cuando 60 hombres con caras pintadas saltaron la cerca que daba a la playa y tocaron la campana. Luego encañonaron a las cocineras y entraron en la biblioteca para registrarla por todos lados -cuenta el chofer.

-Cumplan con su deber -les dijo Neruda según las memorias de Matilde Urrutia. Pero después llegaron los de la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR