Los nuevos aires de la Filsa
Este ánimo fundacional se extiende a otras expresiones. El propia lema, "Filsa P'al que Lee", que tanto escozor ha provocado, apela a nuevas audiencias. No solo más jóvenes, sino también más informales, menos letradas, cercanas al grafiti de vivos colores -de estética "chicha", creado por el peruano Elliot Tupac- que se usó el día de la inauguración en un escenario del que se apoderó la música hip hop, tras las palabras de las autoridades.
El omnipresente bestiario de lectores, también a cargo de la productora Árbol Color, resalta por el uso de imágenes grotescas de pretensión humorística provenientes de la visualidad del cómic. En este mismo ánimo de chasconear el evento se entiende que una escultura ecuestre con paraguas, a escala natural, se emplace en el corazón del recinto. Está inspirada, por supuesto, en un artefacto de Nicanor Parra, cuya "Advertencia al lector", grabada, se escuchó en el acto inaugural, a la manera de un manifiesto o programa.
En sintonía con este ánimo desacralizador se eliminaron las alfombras rojas o de cualquier color, lo que a su vez sirve para que los pasillos se vean más anchos. La feria se ve despejada, sin grasa, con pocos elementos decorativos. Más funcional, en suma. No se intenta ocultar los cables ni los ductos de aire acondicionado. Este efecto industrial, sin embargo, reserva espacios más cálidos en los cafés concesionados en varios puntos de la feria. El más grande de ellos, junto a la entrada principal, recupera la ya familiar estética del emporio de barrio, que es también una ficción, pero en la que el chileno nostálgico se empeña en creer.
"Una feria inclusiva", que salga a la calle y a la vez la incorpore, es la proposición de Arturo Infante, presidente de la Cámara Chilena del Libro. Entre las más de 500 actividades programadas durante los 17 días que dura la muestra editorial, el público encuentra desde horóscopos y talleres científicos para niños hasta foros de escritores consagrados por el canon literario, como Ricardo Piglia, Francisco Goldman y Rodrigo Rey Rosa.
En términos de espacio, los desplazamientos en el gusto lector de las nuevas generaciones, el fomento estatal a la publicación, así como la mayor presencia de los nuevos actores en la industria editorial, tienen su reflejo en una considerable expansión de locales dedicados a la historieta y el libro álbum; un pabellón completo para el libro infantil (con origamis gigantes colgando del techo) y una mayor superficie conquistada por los sellos independientes.
Igual de grandes, pero más austeros, son los stands de los grupos internacionales, entre los que resalta el de Alfaguara: una carpa blanca con armazón de madera en la que algunos ven una carreta del Oeste norteamericano y otros una minimalista capilla benedictina. Aunque estas editoriales traen un abanico diverso de escritores, la apuesta comercial se enfoca en autores más mediáticos y superventas, como Pablo Simonetti, Isha y Santiago Posteguillo.
El libro de foco intelectual, dedicado al pensamiento filosófico y la literatura exquisita, tiene un lugar privilegiado en el stand 21, que agrupa bajo el nombre Siete logos -supervisado por Metales Pesados- a las editoriales argentinas más innovadoras del momento: Katz, Mar Dulce, Beatriz Viterbo, Eterna Cadencia, Adriana Hidalgo y La Bestia Equilátera, entre otras.
Acción poética
En una instancia creada expresamente para hermanar la tradición oral y la escritura literaria, se realizará mañana lunes la intervención poética "Constelación territorial de Chile", en el "Foro de la palabra" dispuesto en el domo de la entrada, una de las novedades de la feria. Allí, a las 19:30 horas, un mapa de Chile de gran tamaño, horizontal, será intervenido por nueve poetas: Raúl Zurita, Diego Maquieira, Elicura Chihuailaf, Óscar Hahn, Manuel Silva Acevedo, Floridor Pérez, Gloria Dünkler, Rosabetty Muñoz y Rafael Rubio. Cada uno va a elegir un lugar del país y escribirá sobre él una palabra o un verso que servirán de pie forzado a cuatro payadores -Manuel Sánchez, Alfonso Rubio, Cecilia Astorga y Fernando Yáñez- quienes harán a partir del texto una improvisación en décimas.
Las expectativas puestas en esta acción poética, así como el nutrido programa de recitales comprueban que la reinvención de la muestra sigue teniendo a la poesía como un pilar de la literatura chilena. Una refundación sin la palabra poética, o su otra cara, la antipoesía, resulta imposible.
La diversidad que muestra la presencia extranjera es otro de los puntos altos. Gracias a que no hay un país invitado de honor, este año tiene una de las mejores delegaciones de escritores que se haya visto, con un fuerte acento en la crónica, la narrativa de la violencia y la no ficción procedentes, sobre todo, de México, Estados Unidos y Centroamérica.
Una feria, en suma, que no debería defraudar a ningún tipo de lector.
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