La nueva carrera Antártica - 9 de Enero de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 591270806

La nueva carrera Antártica

Ha pasado más de un siglo desde que algunos exploradores competían para instalar sus banderas en la base del mundo, y durante las próximas décadas se supone que este continente va a estar protegido como un territorio exclusivamente para la investigación científica, resguardado de algunas intrusiones como las actividades militares y mineras.

Sin embargo, una serie de países corre a toda velocidad para reafirmar una mayor influencia en la Antártica, con la mira puesta no solo en el día en que expiren aquellos tratados de protección, sino asímismo en las oportunidades comerciales y estratégicas que existen ahora.

"Los que han llegado recientemente están entrando a lo que ellos consideran como una mina de recursos", dijo Anne-Marie Brady, académica de la Universidad de Canterbury de Nueva Zelanda, experta en política antártica.

Algunos de los proyectos se centran en los recursos antárticos que ya están disponibles, como la abundante vida marina. China y Corea del Sur, los que operan bases sofisticadas aquí, desarrollan la pesca del krill, el crustáceo parecido al langostino que es muy abundante en el Océano Austral, mientras que Rusia hace poco frustró los esfuerzos para crear aquí uno de los santuarios oceánicos más grandes del mundo.

Algunos científicos examinan el potencial de recolectar témpanos de la Antártica, la que tiene, según estimaciones, las mayores reservas de agua dulce en el planeta. Las naciones también avanzan en la investigación espacial y proyectos satelitales con el fin de expandir sus capacidades globales de navegación.

A partir de las instalaciones que datan de la era soviética, Rusia expande sus estaciones de monitoreo para el Glonass, su versión del Global Positioning System (GPS). Al menos tres estaciones rusas ya operan en la Antártica, parte de su esfuerzo por desafiar el dominio del GPS estadounidense, y se planean nuevas estaciones para sitios como la base rusa, a la sombra de la iglesia ortodoxa de la Santísima Trinidad.

En otras partes en la Antártica, los científicos rusos se jactan de su reciente descubrimiento de una reserva de agua dulce del tamaño del lago Ontario después de perforar a través de kilómetros de hielo sólido.

"Puede ver que estamos aquí para quedarnos", manifestó Vladimir Cheberdak, 57 años, jefe de la Estación de Bellingshausen, mientras tomaba té bajo un retrato de Fabian Gottlieb von Bellingshausen, oficial y luego almirante de la Armada Imperial rusa que exploró la costa antártica en 1820.

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