'Yo no vivo por la revancha'
-Me da lo mismo.
-¿No adhiere a la causa feminista?
-Yo feminista no soy. Defiendo a muerte a las mujeres, pero no me defino así [...]. Ahora bien, como yo estoy en esa posición, ninguna feminista se alegró de que la única mujer en la historia de Uruguay, y que ocupó la Vicepresidencia en forma interina varias veces en el período pasado, y la Presidencia en este período, fuera yo. No vi ningún comentario. Y es que pareciera que hay que ser feminista y pensar como ellas.
Lucía Topolansky, 73 años, esposa del expresidente José Mujica, mujer con fama de dura y hoy la Vicepresidenta de su país luego de que su antecesor renunciara al cargo tras un escándalo de uso de tarjetas corporativas oficiales y por presentarse con un título académico que no obtuvo, remata:
-Y bueno, ese jueguito yo no lo agarro.
"Soy anticonsumo"
Lucía Topolansky comenzó a militar políticamente cuando tenía 14 años. Hija de un ingeniero civil y empresario de la construcción, nació en una familia de buen pasar económico. Estudió, junto a su hermana melliza, en un colegio de monjas privado.
-Nunca le pedí permiso a mis padres para militar. Lo hice nomás -dice sentada en su oficina del Palacio Legislativo en Montevideo.
A su familia no le pareció bien su opción y menos aún cuando, tras entrar a arquitectura, ingresó a las filas del MNL-Tupamaros, grupo que reivindicaba la lucha armada.
-¿Usted aún respalda la lucha armada como opción política?
-La lucha armada fue producto de una época. Algunos decidimos tomar las armas para combatir los golpes de Estado que llegaron a toda América Latina orquestados desde fuera. Otros eligieron la vía electoral. Las dos fracasaron, a las dos nos derrotaron, el ejemplo más concreto es Chile. El neoliberalismo se impuso en todo el mundo, de norte a sur, de este a oeste. Entonces decir con el diario de hoy, estoy de acuerdo o no con la vía armada, no vale de nada.
Lucía Topolansky y José Mujica se conocieron en esa época, cuando ella tenía 23 años y él 32. Ambos eran militantes del mismo grupo.
-Él dijo una vez que el miedo los había juntado.
-Es que cuando uno está en una organización clandestina, uno vive con mucho más intensidad el hoy y el minuto, porque mañana puedes estar preso, vivo o muerto.
Los dos cayeron varias veces presos y se escaparon, hasta que finalmente, cuando llevaban dos años de relación, fueron detenidos y estuvieron 13 años en la cárcel. Solo salieron luego de una ley de amnistía que dictó el Presidente Julio María Sanguinetti, en 1985, tras el regreso a la democracia.
Durante el tiempo de cautiverio no estuvieron en contacto, aunque ella tenía algunas noticias de él, de vez en cuando, gracias a la Cruz Roja.
-Cuando salimos nos juntamos de inmediato. Yo fui a saludar a mi mamá y luego me fui con él. Tuvimos la suerte de reconstruir la pareja a la salida.
Y ambos, al otro día, cuenta ella, ya estaban militando de nuevo.
-Comenzamos a buscar un local para reconstruir la organización. Entonces, fuimos a hablar con los curas de la orden de San Francisco, ellos nos dieron un espacio en el convento. Nos instalamos ahí junto a nuestros compañeros y convocamos a los que habían salido y a los que volvían del exilio.
-Sin su historia política, ¿usted cree que estarían juntos?
-Para mí, no. A todos los militantes jóvenes les digo: "Al primero que tienes que reclutar es a tu pareja, porque si no, la familia se te hace bola". La vida de un militante es insoportable. No tienes horarios, no tienes sábados ni domingos, a veces tienes que salir del país y justo vienen las fiestas. Entonces, si no hay otro que comprenda cuál es la causa, la pareja se desarma. Yo les doy siempre ese consejo y creo que no me he equivocado.
-¿Eso incluye la decisión de no tener hijos?
-No. Nosotros, cuando estábamos en la clandestinidad, optamos por no tener porque las circunstancias eran muy difíciles. Y cuando salimos, simplemente no vinieron los hijos. Para mí no fue ningún trauma. Yo no tengo esa película, siempre fui media anarquista en eso. Era chica y veía a mis primas más grandes, y a algunas tías, que se complicaban la vida, que la iglesia, el casamiento, el traje de novia. Yo desde siempre dije: "Eso no es para mí. Quiero ser libre". Y así ha sido.
Sentada en su oficina del segundo piso del Palacio...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba