El neoiluminismo italiano y la teoría de la ciencia de los primeros años - La Evolución de la Ciencia Jurídica en Norberto Bobbio - Libros y Revistas - VLEX 227067201

El neoiluminismo italiano y la teoría de la ciencia de los primeros años

AutorMax Silva Abbott
Páginas21-99

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1. Algunas coordenadas bobbianas

Norberto Bobbio (1909-2004) es, sin lugar a dudas, uno de los filósofos del Derecho más renombrados y tal vez el mayor defensor del positivismo jurídico italiano del siglo XX.1 Si bien su extensísima obra se inicia en 1934,2 puede considerarse que el añoPage 22 1949 marca el comienzo de su etapa de madurez.3 Esta fecha se enmarca no sólo en la segunda posguerra, sino que se relaciona además con el surgimiento del Movimiento Neoiluminista Italiano, con motivo de la fundación del Centro de Estudios Metodológicos de Turín, en 1946.4

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Con todo, existe una etapa anterior de la filosofía bobbiana fuertemente influida por el idealismo, la fenomenología y el existencialismo.5 Esta etapa no ha sido considerada aquí, enPage 24 razón de haber sido abandonada por Bobbio y dejada, según élPage 25 mismo expresa en más de una oportunidad, en el olvido más absoluto.6

El Movimiento Neoiluminista ha sido definido como “un racionalismo crítico, constructivo, abierto y, sobre todo, metodológico”,7 que se pretendía “antidogmático, antimetafísico y científico”.8 Su objetivo de fondo era la promoción de los presu-Page 26puestos de una sociedad democrática laica, en pleno desarrollo económico, con el apoyo en los resultados proporcionados por la ciencia. De esta manera, la razón, correctamente encauzada, tenía un papel humanizador, en el sentido de ser el camino para una renovación cultural, política y social, en una nueva Italia, superada la era fascista.9 Como movimiento intelectual, pretendía, pues, dar una opción laica de la vida, independiente tanto del catolicismo como del marxismo:10

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El neoiluminismo fue la orientación del pensamiento laico y racionalista adoptado en Italia, después de la Segunda Guerra Mundial, por los intelectuales que no encontraron en el espiritualismo católico ni el marxismo, alternativas válidas para la ya extinguida filosofía idealística, y que entendieron reafirmar, como ha escrito el mismo Bobbio en 1955 en Política y Cultura, Einaudi, Turín, p. 202, aquella ‘fe en la razón contra la resurrección de nuevos y viejos mitos’, en la que ya los iluministas del setecientos habían individualizado su palabra de orden.11

En cuanto a qué fue exactamente el movimiento neoiluminista, señala Greppi:

A pesar de esta singular y desordenada búsqueda de nuevos motivos filosóficos, e incluso a pesar de haber caído en cierta dispersión, sería posible definir el neoiluminismo como una corriente activa en la filosofía italiana de la época ‘por sus aspectos programáticos’ y por la ‘voluntad compartida’ de dar vida a una forma nueva de hacer filosofía en la que estuvieran presentes los últimos desarrollos de la filosofía extranjera.12

En parte influido por esto, el pensamiento bobbiano está constituido por al menos cinco elementos no del todo conciliables, como se verá, produciéndose el triunfo de unos sobre otros: a) la apelación a la razón, entendida en un sentido instrumental;13 b) un marcado empirismo; c) el ideal de avaloratividad;Page 28 d) el normativismo kelseniano y e) el empirismo lógico o análisis del lenguaje. Las proporciones de esta simbiosis dependen del diferente aspecto del positivismo jurídico defendido en cada ocasión. Sobre este tema insisten bastante algunos estudiosos del pensador italiano.14

Como movimiento, el Neoiluminismo haría crisis unos años más tarde. Suele mencionarse 1968 como su año terminal, aunque se tratara en realidad de un proceso que venía incubándose desde hacía bastante tiempo.15 Esta crisis marcaría un nuevoPage 29 rumbo en la obra de Bobbio –que no se analiza aquí por estar vinculada a la Teoría general y no a la Ciencia jurídica–, fomentando su acercamiento a la Sociología del Derecho y sobre todo, a la Teoría política.16

Este es, pues, el punto de inicio desde el cual se analizará la parte de la obra jurídica de Bobbio referida a la Ciencia jurídica. Aquí yacen las bases epistemológicas de su Filosofía del Derecho.17 Ahora bien, el camino seguido por él en su defensa del positivismo jurídico, además de largo, está caracterizado por una revisión constante de sus postulados, un replanteamiento de los diferentes temas analizados una y otra vez, como si no se conformara con dar una respuesta definitiva a los mismos. Esto no es casualidad. Obedece no sólo a un espíritu crítico, sino que además es una lógica consecuencia de su concepto de ciencia, según el cual –como se verá dentro de poco– nunca cabe arribar a conclusiones definitivas sobre las materias estudiadas.18

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Ahora bien, una de las cosas que se intentará dilucidar en el presente trabajo es hasta qué punto dichas bases epistemológicas son mantenidas y respetadas a lo largo del tiempo por el pensador italiano, tanto individualmente como de manera orgánica, esto es, si los cambios que sufre el objeto de su investigación muestran una evolución acorde con el método que se dice defender.

Como se ha dicho, el Neoiluminismo pretendía encontrar en la razón el instrumento idóneo para conseguir una nueva sociedad. Sin embargo, antes de indagar sobre los resultados a los que arribó, imperioso es dilucidar qué entiende el pensador turinés por ‘razón’. Lo anterior, porque para Bobbio ‘razón’ es sinónimo de ‘cientificidad’, motivo por el cual permanentemente distingue entre las materias científicas y no científicas (o racionales y no racionales). Este segundo campo de lo ‘no científico’ o de lo irracional es muchas veces llamado ‘filosófico’ y también ‘ideológico’. Mas debe señalarse que esta nomenclatura no resulta muy acorde, como se verá, con una de las dos tareas que al menos en los primeros años este pensador asignó a la filosofía.19 En efecto, en un principio, ésta fue considerada tanto una concepción del mundo –donde sí se identifica con la ‘ideología’–, como con una metodología de la ciencia, aun cuando esta simbiosis no parezca tan lógica. De todas formas, la identificación entre lo irracional y lo filosófico acabó consolidándose, precisamente como resultado de esta primitiva bipartición de la filosofía y de su concepción de la ciencia. Es por eso que puede afirmarse que la separación entre ciencia y filosofía o, desde otra óptica, entre teoría e ideología –y pese a la evolución que el primer concepto irá teniendo con el tiempo–, es una de las piezas maestras que per-Page 31miten entender la globalidad del pensamiento bobbiano, como se irá viendo a lo largo de este estudio. De hecho, puede decirse que para este autor, el mundo intelectual –al menos en principio– se divide en estos dos polos: tertium non datur.

Corresponde, así, dilucidar primeramente cuáles son las formas de conocimiento que Bobbio reconoce, para luego indagar acerca del estatuto epistemológico que asigna a cada una de ellas.

2. El rechazo de la filosofía como visión total del mundo

En sus Lezioni de 1948, Bobbio señala que la raíz de su concepción de la filosofía se remonta a Kant. De este autor ha tomado dos ideas que –dada la bipolaridad señalada– afectan también a su noción de ciencia. Ambas están vinculadas con las posibilidades cognoscitivas del ser humano. La primera de ellas es la puesta en duda de la validez del conocimiento filosófico como ‘saber total’:20

El significado histórico de Kant está en su criticismo, es decir, en su planteamiento crítico del problema mismo de la validez de la filosofía como saber universal. Como es sabido, Kant demuestra, con un rigor que hasta entonces no había sido empleado, que el hombre no puede alcanzar teoréticamente, esto es, con los medios cognoscitivos que le son propios, la solución definitiva, perentoria e irrefutable de los considerados problemas últimos, como aquel de la existencia de Dios, de la inmortalidad del alma, de la libertad, etc.; y por tanto, ha vaciado de contenido, y por consiguiente de sentido, a la metafísica, que había hecho de estos problemas el objeto de su investigación. A partir de Kant puede comenzar a decirse que ciertas cuestiones –sobre las que los filósofos han meditado durante tantos siglos– no tienen ningún sentido. Y esto es indudablemente un grave golpe para los constructores de sistemas metafísicos.21

Debe recalcarse que lo que está en duda no es la existencia de estos problemas, sino el enfoque ‘metafísico’ de los mismos.Page 32 Como tales, dichos ‘problemas últimos’ permanecen como interrogantes ineludibles para el ser humano y requieren una respuesta; lo que cambia –se insiste– es el tipo de respuesta que se busca:

Con Kant no termina, obviamente, la filosofía. Termina (por lo menos de derecho, si no propiamente de hecho) la metafísica racionalista, como la spinoziana o la leibniziana, es decir, se agota –por su demostrada esterilidad– la concepción racionalista del mundo, que pretende que el mundo es regido por leyes universales y necesarias de las que el hombre –ser racional– puede apoderarse de manera definitiva de una vez para siempre.22

Lo importante para estos efectos es que con los anteriores razonamientos se termina con cualquier ilusión de encontrar una respuesta general y definitiva a la realidad toda. Esto no debe llamar la atención, pues a juicio de Bobbio, constituye el resultado lógico y...

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