Nadie se aburre en esta 'Aida' - 10 de Noviembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 696350729

Nadie se aburre en esta 'Aida'

Hay aciertos notables, como la pirámide que se proyecta incluso más allá de los límites de la sala; el interior del templo de Vulcano, con una danza sugerida por los espejos; la sala de Amneris, con ese manto púrpura que lo cubre todo y que da cuenta de la voluptuosidad de la hija del faraón, y el final en el templo de Ptah y la tumba subterránea, con visión sobre lo que sucede sobre y bajo tierra. Fue una gran idea contratar a un buen contingente de haitianos para que encarnaran a las huestes de Amonasro en cautiverio. El vestuario, también de Hugo de Ana, es más discutible: poco adecuado para Radamés, subido además sobre sandalias con terraplén; nada principesco para Amneris, siempre descalza además, lo mismo que Aida; rebuscado para esta y su padre; y el coro, con esos turbantes árabes...

Pedro Pablo Prudencio condujo siempre atento a los cantantes y obtuvo un resultado correcto de la Orquesta Filarmónica. De pronto, la estructura sonora pareció desbalanceada y difusa, sin clara distinción de planos, pero hubo momentos espléndidos, como el enérgico canto en honor de Ptah, el monumental final del segundo acto, el suave inicio de la escena del Nilo y los poderosos anatemas de Amneris. A pesar de sus esfuerzos, Prudencio no pudo evitar que se perdieran Radamés y Aida en su dúo del tercer acto. El coro (dirección de Jorge Klastornick) tuvo una magnífica noche.

La soprano Mónica Ferracani (Aida) tiene una...

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