De museos, memoria e historia - 26 de Agosto de 2018 - El Mercurio - Noticias - VLEX 737405545

De museos, memoria e historia

En las últimas semanas el fantasma de la memoria reciente ha vuelto a aparecer en la contingencia. En cierto sentido, ello no es de extrañar: este año se cumplen 45 años del golpe militar y 30 del plebiscito de 1988, dos eventos que, querámoslo o no, todavía son parte de nuestra convivencia política. Y lo son no solo por el corto tiempo que ha transcurrido desde ese martes de septiembre de 1973, sino porque aún existen diferencias profundas entre los chilenos respecto al valor de la democracia y al sentido que le damos a la memoria.Historia y memoria, si bien similares y en parte complementarias, no son lo mismo. Por supuesto, cualquier reflexión histórica requiere de la memoria -entendida como una herramienta metodológica que recuerda lo ya pasado- para cumplir con estándares intelectuales mínimos. Sin embargo, la historia es mucho más que la memoria, y esta, a su vez, es algo menos palpable o concreta que la historia.Los memoriales y los Museos de la Memoria -dos tipos de instituciones donde la memoria es la protagonista- tienen por objetivo conmemorar y entregar al espectador un mensaje moralizador y, hasta cierto punto, aleccionador. Los memoriales a los soldados desconocidos, por ejemplo, dan cuenta de las muertes anónimas que cada guerra acarrea consigo, mostrándonos de forma directa y dramática la precariedad de la vida humana. Los Museos de la Memoria, por su lado (y el chileno no es la excepción), muestran de preferencia la violencia que puede llegar a utilizar una autoridad determinada cuando se propone aniquilar a aquel que piensa distinto. En este último caso, la lección es que las violaciones a los derechos humanos deben ser siempre condenadas, sin importar el lugar o el contexto.En efecto, los Museos de la Memoria y las violaciones a los derechos humanos no son -no pueden serlo- objeto de contextualizaciones. Si creemos en la civilización y en la democracia como valores inherentes a la modernidad, entonces no cabe la contextualización de una intervención militar con resultados fatales, de un proceso de esterilización forzada (como ocurrió en el Perú) o de una política sistemática de tortura y desaparición. La memoria no permite razonamientos supuestamente objetivos a procesos fundamentalmente dolorosos y difíciles de perdonar. La memoria, en otras palabras, sirve para no olvidar aquello que no podemos ni debemos olvidar. De hacerlo, el peligro de caer en la justificación de lo injustificable es alto.Ahora bien, ¿qué ocurre con...

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