Mujeres en serie: los retratos femeninos de Monvoisin - 1 de Marzo de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 559271310

Mujeres en serie: los retratos femeninos de Monvoisin

Si era francés, era bueno.

Raymond Quinsac Monvoisin -que llegó a Chile en 1843, que pintó a la élite- era francés.

"Mi obra queda"

La situación de las "bellas artes" en el nuevo país no era nada auspiciosa; o simplemente no era. Según Encina (citado por el crítico Waldo Vila en un texto de 1955), casi todo lo que se hacía era de culto. "El número de artistas que trabajaban para satisfacer las necesidades de elemento laico era corto; sus dotes, medianas; su técnica, casi primitiva y ninguno formó escuela".

En ese escenario, y como uno más uno casi siempre es dos, el pintor francés triunfó en Chile.

Nacido en Burdeos, Francia, en 1790, Monvoisin -que ganó dos veces la Medalla de Oro en el Salón de París y obtuvo el segundo lugar en el Premio Roma- estudió en Burdeos, París y Roma. Aunque se formó en el neoclasicismo, lo hizo en una época en que ya pedía cancha el romanticismo (fue compañero de taller de Delacroix).

En 1826, de regreso en la capital francesa y casado con la también artista Doménica Festa, consolidó una carrera como retratista y pintor de temas históricos en la corte: hizo, por ejemplo, un retrato del rey de Francia, Luis XVIII. Sin embargo, uno de esos encargos históricos provocó su caída.

"Puedo afirmar que en los pocos éxitos que he alcanzado solo he tenido motivos para llorar, por razones incomprensibles, para el común de los mortales", anotó alguna vez en su diario. Incomprensible o no, lo que ocurrió fue que se enemistó con el director de museos de Francia -de apellido Cailleux-, es decir, con el responsable de hacer los encargos a los artistas relacionados con la corte: el vaso se rebasó cuando Monvoisin recibió el encargo de pintar "La batalla de Denin".

El funcionario quería ver la obra mientras se realizaba, el pintor se negó y mostró la pintura solo cuando estuvo lista, en 1836. Cailleux no quedó satisfecho y le exigió hacer modificaciones. Monvoisin no quiso y el director de museos le dijo que era su obligación, pues, para efectos prácticos, sus órdenes eran órdenes del rey: "El rey muere, mi obra queda", retrucó el artista.

No hubo vuelta atrás y los encargos fueron cada vez menos. Se separó de su mujer y decidió, entonces, renacer lejos de Francia: consideró Rusia, pero su salud lo impedía. Eligió el fin del mundo.

La construcción de una clase

"Las mujeres de Monvoisin" se llama la exposición que desde el 12 de marzo y hasta el 3 de mayo reunirá en Casas de Lo Matta (avenida Kennedy 9350, Vitacura) 28 retratos...

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