Mujeres pobladoras en la reemergencia y consolidación de las tomas de terreno de Viña del Mar, Chile. - Vol. 49 Núm. 147, Mayo 2023 - EURE-Revista Latinoamericana de Estudios Urbanos Regionales - Libros y Revistas - VLEX 931950369

Mujeres pobladoras en la reemergencia y consolidación de las tomas de terreno de Viña del Mar, Chile.

AutorZenteno, Elizabeth

Introducción

La autoproducción de vivienda es un capítulo importante en la historia social de Chile. Desde mediados del siglo XX, los movimientos sociales de pobladores abrieron para las masas pobres un acceso a la ciudad y a la vivienda. El triunfo de la Unidad Popular en 1970 inauguró una nueva etapa favorable para las y los pobladores, pues se instauró la idea de que la vivienda era un "derecho" que el Estado debía garantizar (Garcés, 2011) Ello llevó--entre otras situaciones--a la proliferación de las tomas de terreno tanto en Santiago como en las principales ciudades del país, que llegaron a más de trescientas durante el gobierno de Salvador Allende. La toma fue una acción colectiva organizada que significó, en la práctica, una fractura radical con las lógicas institucionales de acceso a la vivienda (Cortés, 2014; Salazar, 2006). Desde la autodeterminación y autogestión se disputaron modelos alternativos de acceso a la ciudad, cuya organización apuntaba no solo a la obtención de vivienda, sino a la transformación social (Valdés & Weinstein, 1993). Con el tiempo, esas tomas de terreno dieron origen a las llamadas "poblaciones emblemáticas".

En plena dictadura, durante la década de 1980, se implementó el Programa Nacional de Erradicación, el cual pretendía el "saneamiento de campamentos" a través del traslado masivo de familias a viviendas nuevas, situadas en las periferias de las ciudades. Estos traslados masivos desde los campamentos hacia las viviendas sociales, frecuentemente violentos y llevados a cabo mediante una fuerte represión, tuvieron dos importantes implicancias para la continuidad del movimiento social. La primera es que fragmentó la organización social, trasladando a diferentes barrios y en comunas muy lejanas a familias provenientes del mismo territorio (Labbé & Llévenes, 1986; Morales & Rojas, 1986). Una segunda implicancia fue que la mayor parte de los pobres urbanos pasó a ser propietario de una vivienda social otorgada por los programas habitacionales. Se instauró un nuevo modelo de acceso a la vivienda, que favorecía la acción individual (premiando, por ejemplo, el ahorro familiar), mientras que reprimía con fuerza los modelos colectivos. De este modo, los pobres urbanos comenzaron a participar en uno de los bastiones fundamentales del sistema imperante: el endeudamiento.

Durante la década siguiente, con el recuerdo vívido de la represión atravesada durante la dictadura, las tomas de terreno parecían haber desaparecido. De la mano de un modelo de política de vivienda neoliberal, centrado en la satisfacción de la demanda familiar y la construcción masiva de viviendas de bajo costo y sin servicios (Özler, 2012), se creó la ilusión del "fin de los campamentos" (Skewes, 2005). Esta ilusión tuvo tal repercusión que a inicios del milenio incluso se llegó a hablar de la erradicación del último campamento, para referirse a la toma de Peñalolén, cerrada el año 2006 (Salcedo, 2010). Por lo demás, con la llegada de la democracia, el movimiento de pobladores perdió protagonismo (Cortés, 2014).

Ahora bien, reconociendo la importancia que han tenido los y las pobladoras en la práctica, como movimiento social urbano que ha aportado a la construcción de las ciudades, y también en la teoría social urbana, en tanto actor colectivo, Cortés (2021) se pregunta si efectivamente el histórico movimiento de pobladores ha salido de la escena urbana o si bien se ha reconfigurado. Angelcos y Pérez (2017) ven la reemergencia del movimiento de pobladores en los nuevos movimientos sociales urbanos. Por otra parte, también es posible evidenciar la herencia del movimiento de pobladores en las urbes contemporáneas a través de las tomas de terreno que nuevamente están ocurriendo en las ciudades chilenas. A pesar de la ilusión del "fin de los campamentos" (Skewes, 2005), durante la primera década del 2000 las tomas de terreno comenzaron a reemerger de manera silenciosa (Bailey & Zenteno, 2015). Pino y Ojeda (2013) evidencian cómo, mediante prácticas de apropiación y autoconstrucción, se crearon formas de hacer ciudad en las quebradas de Valparaíso. En contraposición al silencio de las primeras décadas, el año 2012 emergieron en el panorama urbano algunas tomas de terreno tan mediáticas como la Felipe Camiroaga (Viña del Mar), cuyas organizaciones reivindican el derecho a la vivienda y a la autoconstrucción. Y, además, estas nuevas tomas de terreno están teniendo un nuevo elemento: el protagonismo femenino.

A pesar de la evidente feminización de los liderazgos en la reemergencia del movimiento de pobladores, la literatura académica reciente ha sido vaga en develar el rol clave de las mujeres en estos espacios. El lugar que ocuparon las mujeres en la consolidación de los primeros asentamientos informales, y luego en la lucha contra la dictadura, fue develado por Cáceres (1993). De la misma época, destaca el trabajo de Teresa Valdés y Marisa Weinstein (1993), quienes se esfuerzan en destacar la importancia que tuvieron las mujeres pobladoras en dichos asentamientos, especialmente en la organización de ollas comunes y centros de madres. Sin embargo, el desarrollo académico-científico reciente ha tendido a generalizar sus análisis en la construcción del sujeto "poblador", incorporando en esta categoría--gramaticalmente masculina--a las pobladoras y, por esa vía, dejando en la oscuridad su protagonismo en la historia social urbana. Esta particular invisibilización no solo ha desestimado la gestión y agenciamiento femenino, sino también ha convertido a "los pobladores" en el elemento central, casi único, de la lucha (Hutchison, 2006). En ese sentido, este trabajo se propone profundizar el rol de las mujeres en la producción de las ciudades, indagando para ello en la experiencia de mujeres pobladoras en las tomas de terreno, poniendo énfasis en sus estrategias para construir hábitat, así como en las formas vinculadas al cuidado colectivo que toma su accionar político, como una forma de resistencia y organización.

Esta investigación se ha centrado en Viña del Mar, la ciudad con mayor número de campamentos en Chile. Con más de trescientos mil habitantes, la ciudad ha dado cuenta de un progresivo aumento en la población residente en tomas de terrenos durante los últimos veinte años. Esta forma de habitar se instaló entre los cerros de manera silenciosa y escondida de la mirada pública (Zenteno Torres et al., 2020). En la actualidad, se cuentan 83 campamentos situados en la ciudad, donde residen 9138 familias (TECHO-Chile, 2021). Así, el propósito de este artículo es analizar los modos en los que se ejerce la participación de mujeres pobladoras en los campamentos de Viña del Mar desde tres perspectivas, desarrolladas en tres acápites: 1) la autoconstrucción del hábitat ("Construyendo"); 2) las estrategias de liderazgo y accionar político ("Consolidando"); y 3) las prácticas de cuidado comunitario ("Cuidando"). Este trabajo es el resultado de más de seis años de investigación cualitativa en seis campamentos de la ciudad.

Asentamientos informales desde el urbanismo subalterno y feminista

Los productos de la informalidad urbana tienen distintas denominaciones en cada uno de los países de América Latina en que ella ocurre, ya sean villas de emergencia, villas miseria o asentamientos en Argentina (Bettatis, 2009); tugurios, barriadas o asentamientos humanos en Perú (Torres & Ruiz-Tagle, 2019); favelas en Brasil (Maricato, 2003); tomas de terreno o campamentos en Chile. Todos dan cuenta de una particular forma de habitar "al margen de la ley", incumpliendo los estándares y criterios establecidos por la legislación civil y urbanística (Fernandes, 2008). En general se da una enorme heterogeneidad en sus características entre los distintos países respecto de, por ejemplo, el tamaño de sus asentamientos: mientras en Brasil o Argentina se cuentan asentamientos de más de 10.000 familias, en Chile el asentamiento más grande tiene alrededor de 1600. De hecho, para que un asentamiento informal o campamento en Chile se considere oficialmente como asentamiento precario, se requiere "de 8 o más hogares que habitan en posesión irregular un terreno, con carencia de al menos 1 de los 3 servicios básicos (electricidad, agua potable y sistema de alcantarillado), y cuyas viviendas conforman una unidad socio territorial definida" (Ministerio de Vivienda y Urbanismo [MINVU], 2019a, diapo. 5). Por su parte, más de la mitad de los campamentos en Chile tiene menos de cien familias (TECHO-Chile, 2021).

Dado el alto costo de la ciudad formal en Latinoamérica, un elemento central en la discusión sobre asentamientos es la tenencia de la tierra. Habitar los asentamientos informales implica la apropiación y asignación del espacio urbano a través de un mercado alternativo de tierras y el despliegue de estrategias alternativas de provisión pública (Chanampa & Lorda, 2020). Si bien gran parte de los asentamientos informales están situados en terrenos públicos, esta modalidad de toma de terrenos no es única, pues los asentamientos se instalan en terrenos con diferente tenencia. Incluso, algunos se encuentran divididos entre terrenos públicos y privados, lo cual determina las posibles estrategias de regularización. Roy y Alsayyad (2004) puntualizan que, a pesar de que los asentamientos informales estén situados inicialmente en terrenos ya sea públicos o privados, en fases posteriores existe una tendencia a privatizar la informalidad, lo cual se va transformando en modalidades híbridas de acumulación informal en el marco de Estados neoliberales.

Caldeira (2017) enfatiza en que este tipo de urbanización--a la cual denomina urbanización periférica--involucra distintas formas de agenciamiento. Los residentes son agentes de su urbanización, no simplemente consumidores del espacio creado por otros. Ellas y ellos construyen sus viviendas y barrios paso a paso, en concordancia con los recursos disponibles que pueden ser utilizados en la autoconstrucción. En este...

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