La moda como arte - 2 de Septiembre de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 526393478

La moda como arte

La colección de Lagerfeld para Chanel volvió a poner en el centro de la atención una pregunta que desde hace décadas se repite: ¿La moda es arte? Lo curioso es que el creador alemán en mayo de 2012 había señalado al periódico británico Telegraph que hacer vestidos era un arte de segunda línea. "Si te llamas a ti mismo un artista, entonces eres de segunda categoría", dijo. La consulta surgió por las crecientes exposiciones dedicadas a diseñadores y casas de moda en distintos museos internacionales y por la multitud de colaboraciones entre artistas y marcas de lujo.

Esta tendencia empezó a evidenciarse a principios de 2000, cuando Marc Jacobs -entonces creativo de Louis Vuitton- tuvo la idea de potenciar los diseños de la firma francesa con la colaboración de artistas contemporáneos. Partió con una línea de bolsos grafiteados por Stephen Sprouse y luego continuó con colaboraciones de los japoneses Takashi Murakami, Yayoi Kusama, y con el pintor estadounidense Richard Prince. Y desde ahí el listado parece infinito. Están los vestidos de bricolage del pintor holandés Tim Roeloffs para Versace en 2008. También vienen a la mente la reciente línea de pañuelos basados en la serie de pinturas llamada "Entomology" (mariposas, insectos y arañas) que Damien Hirst desarrolló para Alexander McQueen. Ahí también están los bolsos que el pintor James Nares creó en unión con la firma Coach. La recuperación de dibujos y bocetos realizados durante la década del 50 por Andy Warhol, que realizó el director creativo de Dior, Raff Simons, en su colección invernal de 2013. Y la reciente unión del artista holandés Rop van Mierlo con la firma italiana Marni. Todas propuestas que en las revistas de moda son calificadas como "arty".

Pinceladas versus puntadas

Según el libro "Arte/moda en el siglo XXI", que el año pasado publicaron Alison Kubler y Mitchell Oakley Smith, las colaboraciones con las casas de moda permiten a los artistas ampliar sus perfiles a nivel mundial. En el texto aseguran que el Takashi Murakami -representante de la corriente neo-pop japonesa- no tendría el actual reconocimiento mundial -en términos de público masivo- si no hubiera colaborado con Louis Vuitton. El libro asegura que en la actualidad "los artistas se han convertido en las marcas en sí mismas. De alguna manera, la industria de la moda ha logrado que el arte esté más de moda". Pero, aclaremos: un punto es que ambos mundos puedan vincularse, pero asimilarlos como sistemas creativos, para los teóricos más conservadores, parece igualarlos en jerarquía. Aun así, abundan los argumentos que aseguran que la moda no es arte. Que el vestuario tiene varios propósitos, desde cubrir el cuerpo humano o satisfacer el deseo de sofisticación y elegancia hasta marcar una diferencia social o ideológica. Esta premisa no desconoce el impacto cultural y comercial de la moda; por el contrario, lo utiliza en su contra. Y como desde hace una centuria la industria de la moda se ha transformado en un gigante productivo, es entendida como una mercancía que cambia cada temporada y tiene corta vida estética. Una obra artística, en cambio, dicen los teóricos, es menos fugaz y sus creadores persiguen ideales más...

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