La mirada estética de los viajes de Waldemar Sommer - 30 de Junio de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 796395161

La mirada estética de los viajes de Waldemar Sommer

Los viajes y obsesiones de Waldemar Sommer (1932), sus gustos y sensibilidades y sobre todo su mirada estética y sus conocimientos de ciudades, pueblos, castillos, palacios, museos, obras, plazas y plazuelas, paisajes, se reúnen en este nuevo libro suyo en torno a sus viajes. Son relatos de un intenso y particular viajero, como es él."Siempre quise escribir sobre viajes. Y creo que un libro así no existía acá. La obra está destinada para que el público aproveche los viajes en un diálogo con y entre las artes... Y en todo esto el que mejor lo ha pasado he sido yo: reconstruyendo lo vivido", confiesa sonriendo.Los textos fueron realizados en base a artículos publicados en Artes y Letras, de "El Mercurio", ampliados y algunos nuevos. Corresponden a más de 60 años de travesías entre 1950 y la actualidad. Además, Sommer eligió expresamente lugares menos conocidos, pasajes de ellos o vivencias singulares. Se centra, eso sí, en Europa y Latinoamérica.El volumen de Ediciones UC (con orientadoras imágenes en blanco y negro) tiene un prólogo de la Premio Nacional de Humanidades Carla Cordua y ya se encuentra en librerías. Será presentado el 30 de julio en la Casa Museo Santa Rosa de Apoquindo.Atrapado tras el Muro de BerlínEl relato tal vez más sabroso y humano -que muestra a Waldemar en la amplitud de su personalidad- es aquel sobre lo sucedido en Berlín Oriental, en tiempos del Muro."El primer Berlín que conocí fue el dividido. Traspasar la muralla desde Alemania Federal significaba un solo punto: Checkpoint Charlie. Y la posibilidad de cruzarlo era solo hasta la medianoche: un segundo después significaría un encarcelamiento en Berlín Oriental. Pero pasar un día era demasiado poco allí y lo dediqué entero a la magnificencia artística de la Isla de los Museos. Luego al anochecer me confundí entre una multitud callejera, triste y mal vestida. Con demasiada rapidez llegó la noche cerrada. Me detuve en Marx und Lenin Platz. Me cercioré ahí con angustia que mi plano de la ciudad tenía impreso los puntos cardinales al revés. Estaba perdido. Con mi alemán balbuceante dirigí la palabra a una señora anciana la que se asustó. Luego un hombre de edad madura se negó a oírme. Me hallaba solo detrás de la Cortina de Hierro. Pasaron tres jóvenes con las inconfundibles cajas de violín. Con la imaginación activada, supuse que como alemanas tenían que conocer a Mozart y el texto de "La Flauta Mágica". Envalentonado, les canté la frase inicial de la ópera, cuando el...

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