Marta Vergara, una vida irreverente en el siglo XX - 3 de Febrero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 664076593

Marta Vergara, una vida irreverente en el siglo XX

También se comprometió en la defensa de las clases oprimidas, de las cuales ella formó parte a pesar de sus orígenes, pues su familia se arruinó prematuramente, dejándola en una situación de pobreza que nunca se le despegó del alma, ni de la pluma, tal como ella lo relata, con metáforas elocuentes. "De los pobres no solo se le pegan a uno los piojos, sino algo más (...) Nos meten en sus miserias, sus problemas y sus enfermedades". Mas su incursión en las filas del Partido Comunista chileno no comulgó con su condición de mujer y librepensadora, lo que era sorprendente para una de su época, y razones más que suficientes para que su relación con el PC tuviera los días contados. "Yo creía que la igualdad de derechos para las mujeres estaba por encima de la lucha de clases", sostiene.

A la vez, su orfandad -no tenía una familia consistente, ni mecenas, ni marido poderoso- va configurando la originalidad de su persona, e incluso de su voz. Esta surge de una introspección honesta y muy singular hasta entonces, pues al haberse salvado a sí misma, al haberse creado un rol en la sociedad con su propio esfuerzo, Marta Vergara no siente vergüenza, sino más bien un cierto orgullo al relatar las humillaciones vencidas en el camino. Ella da un propósito a su vida que va más allá de su individualidad, lo que le confiere la autoridad para narrar su historia -y la de su época-, de la cual sale triunfadora, tanto por la tenacidad en sus luchas como por la calidad de su prosa.

Una infancia truncada por un terremoto

La infancia de Marta Vergara es clave para entender la naturaleza e identidad del personaje. Nace en 1898, en un Valparaíso que se viene abajo junto con su familia luego del violento sismo de 1906. "Con el terremoto no solo se derrumbó nuestra casa, sino toda la situación económica de mi padre, y lo más esencial, de mi vida afectiva. Mi madre murió días después. Yo me quedé años y años con la sensación de que el suelo se hundiría en cualquier instante", escribe.

Ante este triste episodio comienza la itinerancia de ella y de sus hermanas por internados, casas de parientes y pensiones cada vez menos dignas; la era de las privaciones, que detalla sin eufemismos: "Me asaltaban incomodidades de toda índole y me sentía confundida y humillada con la pobreza que trataba de esconder como un bulto robado bajo la ropa".

La imagen del padre, que no logra protegerlas, es igualmente definitoria en su temprana conciencia de que tenía que autosocorrerse e...

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