Un magallánico y regionalista incansable - 5 de Junio de 2023 - El Mercurio - Noticias - VLEX 933044432

Un magallánico y regionalista incansable

"Q uien se apura en la Patagonia, pierde el tiempo". Este viejo refrán representa muy bien la forma en que Mateo Martinic, premio nacional de Historia (2000) y premio Bicentenario (2006), se toma la vida, sus 91 años y los 67 que lleva casado con su esposa, Dolores Rubín, viviendo en Punta Arenas."Aquí todo tiene su tranco, todo tiene su ritmo. Es un dicho popular muy sabio", dice el autor del libro "Una travesía memorable", que ya cuenta con varias ediciones y que registra con minucioso detalle el descubrimiento del Estrecho de Magallanes, aventura que hace 500 años impulsó la expedición que completó la primera circunnavegación del planeta.Martinic y Rubín, ambos hijos de inmigrantes, croatas por parte de él y asturianos por parte de ella, se conocieron en la ciudad austral hace ya siete décadas, donde se pusieron a pololear casi de inmediato, y desde entonces nunca más se separaron."No tuvimos hijos, no porque no quisiéramos, pero hemos tenido y seguimos teniendo una hermosa vida juntos. Muy sencilla, al estilo magallánico", comenta el abogado e historiador con voz pausada, en un soleado pero frío día en Magallanes, región a la que junto con Aysén le ha dedicado prácticamente toda su vida como investigador. Con casi 50 libros publicados e incontables artículos, Martinic es reconocido como una fuente obligada si de la historia de la Patagonia se trata.-¿Cómo es la vida al estilo magallánico?"Con mucho amor por la tierra y las tradiciones. Nos gustan la naturaleza, las flores y los pajaritos. Vivimos tranquilos y preocupados de cuidarnos el uno al otro, hasta que Dios nos dé vida".Aunque la salud no siempre lo acompaña, ya que hace algunos años se le manifestó una artrosis lumbar dolorosa, tiene una vida activa. A su modo. Constantemente recibe visitas, tanto de jóvenes estudiantes o investigadores que van a conocerlo y conversar con él. "Me preguntan las cosas más increíbles, pero los recibo con gusto. Me permite sentirme útil, me da un gran placer intelectual y me rejuvenece", dice.Lejos de la vorágine tecnológica, se mantiene apartado de casi todo. Usa el celular solo para recibir y hacer llamados, y nunca abandonó su antigua máquina de escribir, la que hoy por hoy no puede usar, pero por un problema que tiene en el hombro. "Personalmente, me siento muy a gusto con mi manera de ser. Para qué innovar", comenta.Se podría decir que su apego con Magallanes no solo es territorial, sino también metafísico. De hecho, la imagen de la actual...

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