La lucha de Vinka Jackson
V inka Jackson recuerda que todo empezó como un secreto. Y se fue transformando en algo más fuerte.-Primero fue esta suerte de susurro, cuando yo iba a presentar mi libro o a hacer talleres. Se me acercaba gente y me decía "yo también". Ese "yo también" era la clave de una suerte de hermandad en una experiencia horrible, podíamos encontrarnos, podíamos sentir que no estamos solos o solas.La psicóloga habla de "Agua fresca en los espejos", libro con que había dado a conocer en 2007 la historia íntima de su vida, marcada por el incesto paterno del que fue víctima en su infancia, una violación ocurrida a los 7 años de edad, y de la que logró recuperar plena conciencia a los 25 años recién.Su testimonio ha sido clave en el debate sobre el abuso sexual en el país y ella fue una de las figuras centrales detrás de la defensa ciudadana en la tramitación de la ley de imprescriptibilidad para este delito, que terminó por promulgarse en julio pasado.Sentada en el balcón de su departamento en Providencia, que ha acondicionado como oficina y consulta, Vinka sigue recordando cómo el susurro de los abusos se fue transformando en una demanda de justicia social:-De alguna manera, uno lo sabía desde la estadística -recuerda-. (...) Pero cuando se lanza el libro en 2007 yo le pedí a la editorial que agregara un correo, y al par de días ya estaba la casilla desbordada. Entonces, ahí empiezas a dimensionar y ponerles caras y cuerpos a las personas que habían vivido esto. Mucho más allá de un número, porque mucha gente no lo había hablado nunca. En toda mi infancia jamás escuché a una compañera hablar ni siquiera de que la habían acosado en la micro. Imagínate cómo todo cambió.Formada en la Universidad de Chile a fines de los 80, donde fue madre de Diamela -hoy de 31 años de edad-, Vinka se radicó desde 1996 en Estados Unidos. Ahí se formó con Carol Gilligan, primera profesora de estudios de género de Harvard e impulsora de la llamada "ética del cuidado". Allá también, Vinka se casó con un estadounidense, cambió su apellido y fue madre de Emilia, de 11 años de edad.-Desde chica yo me quería ir -cuenta la psicóloga-. (...) Era como ET, siempre apuntando con el dedo para otro lugar. Tengo claro que no es aquí, sino allá -dice Vinka, dirigiendo su dedo hacia fuera del balcón. Luego agrega:-¿Por qué? Porque la carga de la memoria obviamente es mayor acá. Aunque tengas tus cajoncitos bien ordenados, allá nada te recuerda lo que pasó, ni un olor siquiera. Entonces, en términos de autocuidado es mucho más sereno también. Allá yo llegué y mi historia era de los 26 años en adelante. O sea, hay todo un recorrido que está súper lavado de agua fresca, así como en el libro. El río, el bosque. Acá todavía hay encuentros en la calle que pueden ser casuales y que te pueden activar la memoria. Y no es que vas a terminar encerrada tres...
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