La lucha de Brígida Díaz
Brígida Díaz Méndez lo dice con una naturalidad que limita con la resignación.
-Yo fui la primera de la familia que llegó al lugar: estaba colgado con su chaleco, tenía los pantalones manchados con sangre, en su cara extrañamente no había expresión. Esa imagen nunca la voy a olvidar. Allá empezó todo.
Con su mano derecha Brígida apunta hacia el Cerro Dieciocho. Pasan las seis de la tarde en Lo Barnechea, en el sector oriente de Santiago. El cielo está despejado, pero una gran nube ensombrece esta loma precordillerana en la que ahora están emplazadas cuatro villas de alta vulnerabilidad social. También hay un área aún deshabitada que a lo lejos parece una mancha verdosa de árboles y arbustos. En una de sus laderas hay un sector de clubes privados y casas de familias de altos ingresos.
-Las cosas han cambiado mucho. Han pasado casi 30 años. En esa época el cerro solo era un cerro.
Brígida Díaz Méndez tiene 52 años y siempre ha vivido en este sector. Aquí creció con su madre y sus 10 hermanos (de los cuales hoy solo quedan cinco); aquí conoció a su pareja desde hace más de 30 años; aquí ha criado a sus dos hijas y aquí, también, murió su hermano Delfín, quien el 26 de diciembre de 1985 fue encontrado colgado de un eucalipto en el lugar que ella ahora señala. Un lugar impreciso, un lugar que ya no existe, pero que ella tiene perfectamente ubicado.
-Allá donde ahora están esas casas... cerca de esos árboles... por donde va subiendo un auto... Pero yo tengo claro dónde murió. Eso no se me olvida, aunque durante varios años en nuestra familia dejamos de hablar de él.
-¿Por qué?
-Su muerte nos resultaba dolorosa. Nunca se hizo justicia. Nuestra mamá murió y era lo único que buscaba. Quería aclarar que Delfín no era un asesino.
Este año, Brígida volvió a hablar de la muerte de su hermano. Lo hizo el 25 de junio frente al ministro en visita Mario Carroza, quien acogió a trámite la querella presentada por la familia Díaz Méndez por el presunto asesinato de Delfín. El primer testimonio fue el suyo. Ahí aseguró que existió un complot para culpar a su hermano del crimen y dijo que Delfín fue asesinado por detectives de Investigaciones la madrugada del 26 de diciembre de 1985.
Brígida -una mujer alta, de mirada severa y palabras calmadas-, camino a su casa en Lo Barnechea, repite:
-Ahora las cosas han cambiado mucho. Es momento de contar nuestra versión de los hechos.
El comienzo de todo
El lunes 16 de diciembre de 1985, un crimen acaparó el interés de la prensa y de los chilenos. Alice Meyer, una joven deportista, fue encontrada muerta en el Parque del Sol, cerca del Santuario de la Naturaleza, donde, supuestamente, había ido a practicar motociclismo. Según informó entonces la Brigada de Homicidios de la Policía de Investigaciones, Alice -desaparecida desde el jueves anterior- había sido salvajemente golpeada y su cuerpo estaba en la orilla de un canal de regadío. Un poco más allá, sobre el pasto reseco, había un manojo de llaves y su casco. También una piedra ensangrentada.
Alice Meyer Abel tenía 24 años y era hija del empresario gastronómico José Meyer Gar, dueño del restaurante München. A medida que la prensa entregaba detalles del asesinato, las interrogantes crecían entre los chilenos y entre los detectives.
Diez días después del descubrimiento del cuerpo de Alice Meyer, otro crimen ocurrió en ese sector de Lo Barnechea. Apareció el cadáver de Delfín Antonio Díaz Méndez, un joven de 21 años, que vivía con su madre en la población Nido de Águilas. El "Coco", como era conocido, tenía antecedentes policiales menores y fama de drogadicto. No tenía trabajos fijos, salvo algunos "pololos" como jardinero, una etapa de trabajo en el Pojh -un programa de ocupación laboral impulsado por el gobierno de Pinochet-, reemplazos ocasionales en el Club de Golf La Dehesa y algunas veces con sus amigos salía a cazar conejos que luego vendía entre sus vecinos.
La muerte de Delfín pudo haber pasado inadvertida, pero los detectives de la Brigada de Homicidios aseguraron después que...
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