La ley de Kel Calderón - 10 de Mayo de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 637920221

La ley de Kel Calderón

-Afuera era una carnicería de gatos -recuerda Kel, sobre la jauría de periodistas y fotógrafos que en 2003 la esperaban afuera del juzgado cada vez que entraba ahí-. A nadie le importaba la edad que uno tuviera. Una vez se pidieron ciertas pericias psicológicas y, al pasar unos días, la jueza Silvia Navarro va al programa "En Portada" a discutir sobre mi examen psicológico porque había tenido acceso a la información. Hoy eso jamás pasaría. Hoy se cuida la identidad de los menores, les ponen cuadritos en la cara en los medios, hay salas especiales para que presten declaraciones. Ha evolucionado mucho el derecho de familia en protección al menor, y me alegro. Hoy jamás un juez publicaría un documento al que tuvo acceso en el ejercicio de sus funciones. Jamás.

Kel Calderón, hoy de 25 años, opina pero no solo a partir de su propia experiencia. También lo hace desde el punto de vista profesional, como licenciada en ciencias jurídicas. Acaba de rendir su examen de grado en la carrera de Derecho de la Universidad de Chile -que aprobó con nota 6, de distinción máxima - y se prepara para comenzar su práctica profesional.

-Recuerdo que mi papá, abogado, veía ese programa donde la jueza habló por casi media hora de mi informe psicológico que, por cierto, no tenía nada de sociopático ni fuera de lo normal; y estaba furioso, atacado, completamente fuera de sí. Yo, la verdad, entonces no entendía mucho por qué reaccionaba así. Hoy entiendo la gravedad.

-¿Usted vio también ese programa?

-Sí, obvio.

-Ni tan obvio. Tenía 12 años, podrían haberle apagado el televisor.

-Sí, lógico. Pero, en ese sentido, mis papás siempre fueron súper abiertos a que viera todo lo que se decía de mi. Me criaron así, como bien dura. Como diciendo "esto es lo que hay". Ellos sabían que igual en la calle me iban a preguntar, que en el colegio también me iban a preguntar. Ocultármelo hubiera sido ridículo, porque si yo iba a casa de una compañera, típico que la abuelita o la tía me iban decir algo. Porque la gente, en ese sentido, no tiene ningún tipo de criterio. Entonces, nunca me ocultaron nada y, claro, fue súper crudo.

Kel Calderón es alta, muy alta. Su voz es ronca, muy ronca. Esta tarde de fines de abril está sola en el departamento que comparte con su mamá. Cree que ella salió a hacerse las manos. Que prefirió darle espacio para que pudiera dar esta entrevista con tranquilidad. Está sentada sobre la mesa de centro bebiendo un jugo de berries en un copón de vino. Lo único que la perturba de vez en cuando es la pequeña Martina, su perrita tamaño juguete que se hizo nacionalmente conocida en 2012, cuando Kel y su madre aceptaron grabar un polémico docurreality que exponía sus vidas en lo cotidiano.

Hoy Raquel, la madre, ya no es centro de polémicas. Tras un tiempo retirada de la TV, en el que trabajó en una oficina de contabilidad, regresó en el rol de comentarista a "Maldita moda", de CHV. Raquel, la hija, se concentró el último año en preparar su examen de grado, redujo al mínimo su participación en eventos -es embajadora de marcas- y desde esos breves intercambios con la farándula ha visto cómo el periodismo de celebridades comienza a ser más blanco cada vez. Nada comparado con lo que vivió en su niñez.

-¿Resiente haber estado tan expuesta?

-Es difícil decirlo porque precisamente estoy desde muy chica en esto. O...

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