Letra de cambio - Cheques, Letras de Cambio y Pagarés - Libros y Revistas - VLEX 327152827

Letra de cambio

AutorJorge Morales Palma
Páginas29-48
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17. NOCIONES PREVIAS
El estudio de la letra de cambio es uno de los que presentan
mayores dificultades de comprensión inmediata, por cuanto teó-
ricamente en dicho documento mercantil aparecen tres perso-
najes: librador, librado o aceptante y el beneficiario de la letra.
Sin embargo, en la práctica comercial, los personajes referidos
se reducen a dos, ya que usualmente el librador gira la letra “a
su propia orden”, esto es, se confunden en una sola persona las
calidades de girador o librador con el beneficiario. Esta situa-
ción se aclara si acudimos al origen histórico de la letra de cam-
bio, lo que nos permitirá una comprensión cabal del problema.
Antes de pasar a la explicación del origen histórico de este ins-
trumento, estimamos que resulta útil advertir que “librador” o “gi-
rador” son términos sinónimos, ya que significan lo mismo. Igual
cosa sucede con los términos “tenedor” o “portador” de la letra.
18. ORIGEN HISTÓRICO DE LA LETRA DE CAMBIO.
SUS TRES PRIMITIVOS PERSONAJES
Situémonos, con los ojos de la imaginación, en el inicio del año
1300, cuando en Francia reinaba un soberano a quien la poste-
ridad ha conocido como Felipe el Largo, quien decretó la ex-
pulsión de sus territorios de las personas de origen judío. La
expulsión fue rápida, y los expulsados hubieron de refugiarse
al norte de Italia, en la región de Lombardía.
Capítulo II
LETRA DE CAMBIO
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CHEQUES, LETRAS DE CAMBIO Y PAGARÉS
Sus bienes quedaron a cargo de sus amigos franceses, a quie-
nes encargaban, usualmente, la venta de los mismos.
Ahora bien, si alguien, un italiano por ejemplo, deseaba via-
jar a París o a cualquier otra ciudad francesa, y llevaba dinero
consigo, corría el riesgo, bastante probable en aquella época, de
ser asaltado y despojado de su dinero. La solución estaba en el
hebreo expulsado, a quien entregaba el dinero correspondien-
te y éste, a su vez, le “emitía” una carta a su amigo francés para
que pagara al viajero la suma –supongamos– de veinte mil fran-
cos. El francés a cargo de los bienes de su amigo hebreo recibía
la carta, donde se indicaba no sólo la suma, sino que el nombre
de la persona a quien se debía pagar.
Si el francés había vendido los bienes a su cargo y había obte-
nido por los mismos la suma de, por ejemplo, treinta mil fran-
cos, aceptaba efectuar el pago, ya que tenía “la provisión de fondos
necesaria”, y de ordenado, de “librado”, pasaba a ser “aceptante”
de la letra, esto es, aceptaba pagar la suma indicada.
Pero supongamos que el hebreo radicado en Lombardía
emitía otra letra más, esta vez a un segundo viajero, por la suma
de veinte mil francos. Al llegar el viajero italiano a París, se en-
contraría con la situación de que el francés, el “librado”, esto
es, quien debía cumplir la orden de pago indicada en la letra,
no acepta su cumplimiento, ya que ahora sólo disponía de diez
mil francos, y por consiguiente “no acepta” cumplir el pago “por
carecer de provisión de fondos”, en otros términos, por no es-
tar provisto, por parte del girador de la letra, de los fondos ne-
cesarios para poder cumplir el pago. Este francés, este librado,
queda sólo en esa calidad, y no se convierte en aceptante.
¿Qué haría entonces el viajero italiano? Al regresar a Lom-
bardía, haría efectiva la responsabilidad del hebreo emisor del
documento.
Los primitivos personajes de la letra de cambio son:
Librador o girador: Es quien emite la letra. En el caso propues-
to, el hebreo radicado en Lombardía.
El librado: Es la persona a quien se le ordena pagar. En el
caso propuesto, el francés a quien se dirige la carta. Esta perso-
na, si acepta pagar, deja de ser librada para tomar el nombre
de aceptante.

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