LAVAPIÉS no quiere ser súper GUAY - 23 de Julio de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 688661965

LAVAPIÉS no quiere ser súper GUAY

La búsqueda de Raquel, me cuenta la diseñadora y vecina Cristina Hernanz, pelo crespo, lentes de sol, es una campaña de la organización vecinal Lavapiés, ¿Dónde Vas?, que desde la primavera boreal del año pasado se moviliza para enfrentar el proceso de gentrificación que vive el barrio. Y Raquel, insiste Cristina, no existe: es el nombre del perfil de Airbnb con el que la compañía norteamericana Friendly Rentals oferta uno de sus departamentos turísticos en Lavapiés. La organización solo la utilizó como rostro para advertir de la transformación y transmitir las cifras: si en 2015 había solo 714 departamentos ofertados en Airbnb, este año hay 1.314 viviendas disponibles. Un aumento del 85 por ciento que hizo eco en los medios locales: en dos años, Lavapiés se convirtió en la zona de Madrid con mayor oferta de hotelería informal, superando a los barrios del Soho madrileño como Chueca, La Latina y Malasaña. De hecho, algunos ya bautizaron a este enclave como "Gentripiés", asumiendo con humor lo insospechado que sonaba este chiste años atrás: que el barrio más humilde y deprimido del centro de Madrid, el de las corralas y sus infraviviendas, el de la mayor concentración de inmigrantes de la ciudad, se pusiera finalmente de moda.

Cotorras y gorriones

Ignacio Piqueras ve pasar esta mañana de miércoles desde un banco de calle Argumosa. El calor seco de Madrid marca 36 grados, mientras Ignacio, de 87 años, cuenta cómo ha visto pasar a Lavapiés desde esta esquina: vive aquí hace 60 años, cuando se vino del campo de sus padres a la ciudad, formando parte de la gran oleada de inmigración rural que recibió Madrid a fines de los años 40. Por ese entonces, Lavapiés no era lo que es ahora. Esta calle y sus terrazas, hoy saturadas de turistas devorando tostas, tintos de verano, comida africana o india, eran cuna de delincuentes, comerciantes y familias hacinadas en las corralas del barrio: construcciones de varios pisos, con departamentos de hasta 12 metros cuadrados y baños compartidos por los vecinos de cada nivel.

-Este ha sido el barrio pobre de Madrid, de gente castiza -dice Ignacio, otrora repartidor de leche del barrio, aferrado a su bastón-. No se iba a venir un millonario a vivir aquí. Nadie, la verdad, quería vivir aquí por gusto. Era por necesidad.

Una vuelta por Lavapiés deja algunas escenas: hay mujeres senegalesas con sus vestidos coloridos, subiendo y bajando calles. Hay hípsters apurados y turistas, muchos de ellos, arrojando veredictos: "étnico", "verdadero", "cultural". Hay hombres musulmanes caminando apurados hacia alguna de las cinco mezquitas del barrio y madrileños que devoran boquerones en una sidrería asturiana. Hay una mujer con su yihab, entrando a una carnicería de cortes...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR