El largo y costoso camino de un libro a las bibliotecas - 8 de Noviembre de 2015 - El Mercurio - Noticias - VLEX 586473398

El largo y costoso camino de un libro a las bibliotecas

Necesidades tan específicas como la de la Biblioteca de Panguipulli se repiten en todas las del país. Como Olga Nass, 250 bibliotecarios públicos de todo Chile fueron llevados a la Filsa para que buscaran personalmente lo que requerían y les pedían sus comunidades. Este es el tercer año consecutivo en que se realiza el proceso y ya se ha convertido en una instancia central para la adquisición de libros a través del Estado: para esa jornada -un solo día- se destinan $250 millones, casi un quinto del presupuesto que maneja al año la Subdirección de Bibliotecas Públicas para engrosar las colecciones de la red de 450 bibliotecas que alimenta. Se trata de un momento excepcional.

Los poderes compradores del Estado

Actualmente, el Estado destina alrededor de 8 mil 700 millones de pesos anuales para dotar de libros a sus bibliotecas. Dentro de múltiples formas en que se escoge qué títulos comprar, la de los bibliotecarios en la Filsa es una de las más sencillas. El resto incluye concursos, comités de expertos, consultas al mundo editorial y también la opinión de los usuarios. No hay, de hecho, un solo sistema bibliotecario público: paralelamente, y sin coordinación normada, además de la Subdirección de Bibliotecas Públicas, una división de la Dibam, en el Ministerio de Educación opera el Centro de Recursos para el Aprendizaje (CRA), que ha implementado 10.788 bibliotecas en colegios particulares subvencionados y municipales. En una de estas últimas, ubicada en Río Bueno, la semana pasada se encendió una alerta sobre el proceso de adquisición de libros.

La Escuela Rural de Crucero presentó una queja ante el Ministerio de Educación por la presencia de un libro que consideró inadecuado para sus alumnos: el título era "Caperucita se come al lobo" (Ed. Cuneta), de Pilar Quintana, un volumen de cuentos en torno a la violencia y el abuso sexual, originalmente destinado a alumnos de educación media, que al colegio le pareció de un contenido erótico inadecuado para niños de básica. El caso escaló hasta que la subsecretaria de Educación, Valentina Quiroga, instruyó el retiro de las 283 copias que habían sido distribuidas en las bibliotecas del CRA por no "contar con una evaluación pedagógica adecuada como material curricular para los estudiantes".

Según explica Alejandra Arratia, coordinadora de la Unidad de Currículum y Evaluación del Ministerio de Educación, "Caperucita se come al lobo" llegó a las bibliotecas siguiendo el proceso regular hasta 2014. Es...

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