El lado místico de Chalinga - 7 de Agosto de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 908432195

El lado místico de Chalinga

"H ace cientos de años, en el valle de Chalinga se concentraban las 'meicas' o curanderas. ¿El motivo? Este lugar tiene cualidades ecológicas que no se encuentran en otro lado. Por eso, estos valles son conocidos como zona de brujos". Con esas palabras me recibieron cuando llegué a Salamanca, la puerta a la cordillera de la Región de Coquimbo, ubicada 4 horas al sureste de La Serena.Coca Rojas, veterinario salamanquino, descendiente diaguita, explicaba ese día que esta zona es tan fértil que los antiguos venían para aprender "el arte de la sanación", a través de las "hierbas y otras prácticas curativas como la imposición de manos". Prueba de ello, según Coca, serían las cuevas dispersas por la cordillera, "donde verdaderas cámaras solares y símbolos dan cuenta de la observación astronómica que hicieron hace cientos de años. Si vienes en la noche precisa, podrás ver una correspondencia entre las figuras dibujadas en la tierra y la luz del cielo".Era el preámbulo antes de entrar de lleno en la Ruta D-845 y adentrarnos en este sector.El día anterior había llegado a Salamanca para conocer el Mirador de Zapallar , un complejo de hotelería y cabañas, ubicado en un pueblito pequeño, llamado justamente Zapallar, donde se puede dar rienda suelta a la observación y donde se vive una experiencia de total relajo en medio de verdes quebradas muy parecidas a las del valle del Elqui, pero sin los autos.Subiendo por un camino angosto y zigzagueante ya se podía ver lo que venía. De camino a Zapallar, 30 kilómetros al este de Salamanca, se desplegaban antiguas casas de adobe de colores blanco, rosado o rojo. Algunas tenían perros y gallinas y otras estaban llenas de fisuras. Aquella ruta estaba flanqueada por algunos árboles añosos, y en varias de las rocas a la vista se podían encontrar dibujos de estrellas, de soles, de formas humanas que, explicaba Coca, habían sido hechos por diaguitas hace cientos de años.El sol pegaba fuerte cuando finalmente llegamos a Zapallar, el pueblo con casas y pircas de tonos ocres, tunales dispersos, lo mismo que montones de cabras. Ahí, Mirador es la gran casa familiar que María...

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