El otro lado - 20 de Enero de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 659410621

El otro lado

Hace bien exponerse a miradas distintas. Lo pensaba el fin de semana pasado, mientras contemplaba las cumbres nevadas del Tronador desde las orillas del lago Moreno, cerca de Bariloche. Nos habían invitado a pasar el fin de semana allí, y estábamos en ese estado de alegre animación que se da cuando uno hace una breve visita a algún lugar especial del extranjero y la comparte con amigos entrañables. Qué bueno ver con otra mirada, desde el otro lado, para remecer los prejuicios, pensaba, mientras admiraba un paisaje que nos es vecino pero que no vemos nunca porque la cordillera lo esconde. Qué otras cosas habrá que tenemos cerca y no vemos, pensé.

La sensación de estar en otro mundo estando tan cerca de Chile no es causada solamente por la enormidad de las montañas. Hay formidables obstáculos logísticos que dividen nuestros dos países, y cuando nos invitaron nuestros amigos, descubrimos que no era tan fácil ir así no más a visitarlos por un tiempo breve. Pensamos en alternativas terrestres. Por ejemplo en arrendar un auto en Puerto Montt para de allí cruzar la frontera. Lo descartamos por las horas de cola que hay en la frontera, prohibitivas para quien quiere cruzarla por solo un fin de semana. Entre la PDI, el SAG y la Aduana (con o sin huelga), y sus contrapartes en Argentina, tienen a nuestros cruces de frontera terrestres convertidos en desafíos épicos. En cuanto a vías aéreas, al comienzo suponíamos que habría vuelos directos de Santiago a Bariloche, o en su defecto, uno de Puerto Montt. Nada que ver. Para volar a Bariloche, como para volar a Salta en el norte, hay que cambiar avión nada menos que en Buenos Aires. Es lo que hicimos, demorándonos seis horas de ida y ocho de vuelta.

Tal vez deberíamos agradecer estas dificultades, llegué a pensar, porque de otra forma, no tendríamos esa sensación tan estimulante y relajante de estar en el lado argentino como en otro planeta. Porque la complicación surrealista de los trámites fronterizos y de los vuelos hace que el acceso a ese otro lado adquiera una inspiradora dimensión metafísica. A las orillas del lago Moreno, me sentí por un rato como Octavio Paz cuando en su poesía...

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