El justiciero imaginario - 22 de Julio de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 688459837

El justiciero imaginario

Aplausos en el estudio. Mónica Rincón, una de las conductoras, hace las introducciones:-Beatriz Sánchez -dice la periodista-. Aquí está Pablo Oporto.Pablo Oporto, con un bigote frondoso, toma un micrófono. Minutos antes, la nota introductoria del programa de debates presidenciales Aquí está Chile, producido por Chilevisión, había presentado su caso con imágenes de cámaras de seguridad: víctima de más de 100 asaltos en sus locales comerciales, había tenido que matar a 12 personas, 12 delincuentes.-Te voy a relatar un poco la historia -dice Oporto, intentando resumir en un minuto su vida. En la parte final, apremiado por el tiempo, hace su pregunta.-En 30 años tuve que capacitarme en el uso de armas de fuego. Desgraciadamente la he tenido que usar más de 60 veces. Hemos tenido más de 100 asaltos. Eso me llevó a abandonar nuestro negocio familiar. Ahora vivo en el campo. Cargo conmigo una mochila muy grande, que es la de ver a mi padre llorar por la vida de su hijo, a una esposa llorar por la vida de su esposo, y a unos hijos que han perdido totalmente la capacidad de asombro ya que se han criado entre balas y violencia. Tú en tu gobierno, ¿qué vas a hacer con el tema de la delincuencia? ¿Qué vas a hacer para que personas como yo no nos tengamos que ver obligados a matar a otro ser humano para proteger a nuestros seres queridos?La candidata se ve incómoda. Intenta contestar.-Es muy fuerte e impactante tu relato.

Pablo Oporto toma un huevo en sus manos.-Pero míralo.Mueve la mano, de arriba abajo, como tomándole el peso.-Pero míralo.Es, sí, un gran huevo. Oporto, de jeans y parka, un mes después del debate, aún con bigote, adentro de su auto, toma su teléfono y anota una dirección en una aplicación que usa para moverse por Santiago todos los días, desde que cambió de giro comercial, cansado y traumado por los asaltos: ahora tiene una granja en Calera de Tango y distribuye productos de campo. La voz femenina robotizada desde el teléfono da la instrucción: "Gire a la derecha en dirección a Pocuro". Oporto gira a la derecha.-Mi familia es del sur, del valle de Nonguén, una zona muy pobre. Mi papá era de una familia de 10 hermanos, no había perspectivas de crecimiento. Era una vida sana, sin delincuencia, pero porque no había qué robar. El 85 nos vinimos a Santiago, yo era chico. Nos instalamos en la población José María Caro.Hay plumas en el auto: la mitad por la frescura de los huevos, la otra por un tajo en su parka. "Detención a cinco minutos por Los Leones".-La pobreza fue chocante cuando llegamos -dice Pablo Oporto, mientras conduce-, cosas que no había visto antes: peleas con sables, salían chispas de los cables por gente colgada, gente consumiendo neoprén. Mi papá trató de trabajar apatronado, pero después empezó a hacer pan amasado en la casa y salía a venderlo en un triciclo. Lo trataban de cogotear mucho, era una odisea para él volver a la casa, tenía que espantarlos a palos, me tocó vivir todo eso. Pero le fue bien. Al tiempo ya tenía una amasandería, empleados, vendía casi siete mil panes diarios. Le puso Magnum, pero no por las pistolas, por su significado: grandeza y prosperidad.El auto de Oporto cruza sobre el río Mapocho, toma la autopista rumbo a la cordillera: su primera parada hoy es en La Dehesa. La voz de teléfono advierte un largo rato antes de tomar el camino de Santa Teresa.-Yo pude ir a la universidad: saqué 810 en matemáticas y 790 en verbal. Fui puntaje nacional. Me ofrecieron beca en la UC, pero preferí estudiar ingeniería comercial en la Central, que me permitía trabajar al mismo tiempo. Saqué la carrera en cuatro años, pero no me gustó, porque te enseñaban a ser empleado, no a ocupar el ingenio. Después puse los minimarkets con mi papá.Oporto llega a un condominio de La Dehesa. Le piden el carné a la entrada.-Nunca perdí contacto con mis amigos del barrio: hay algunos en situación de calle, muchos presos, otros muertos en asaltos o en problemas de drogas. Cuando se enteran de que por la circunstancia he tenido que dispararle y matar a algún delincuente, me han felicitado, porque es gente que viene a robar de otros sectores. Tienen códigos bastante extraños. No me gusta que me feliciten: yo no pedí esto.Oporto se estaciona frente a una casa. Pasa las bandejas de huevos. La primera entrega del día. Vuelve al auto. Toma el teléfono, para ingresar la nueva dirección.-Son cosas muy fuertes. Una vez llegó una señora, muy trabajadora, a verme. Su hijo había entrado a asaltar mi minimarket, le enterró un cuchillo en el poto a una trabajadora. Tuve que defenderme. La señora me vino a pedir ayuda para el funeral, era muy cristiana, estaba arrepentida del daño que había hecho su hijo, porque no lo pudo controlar, se lo comió la calle.-¿Y qué hiciste?-Le pasé la plata. Pagué el funeral.

Con el estudio expectante, Beatriz Sánchez le explicó a Oporto que avanzar en una respuesta a su pregunta no era algo fácil: que por lo que le ha tocado vivir, las muertes, los asaltos, era posible que nada de lo que pudiera decirle valiera la pena. Luego, bajo la mirada clavada de Oporto, contestó:-Yo no quiero hacer promesas que no se puedan cumplir, porque con la delincuencia no se termina. Puedes ir bajando los índices y el temor a la delincuencia. Y hay varios caminos. Hay uno más largo, y que es avanzar en acortar las tremendas desigualdades que hay en Chile.-Disculpa -dijo Oporto, discrepando con la candidata-. Por lo que hemos vivido como familia, prácticamente trabajábamos como equipo con Carabineros. Desgraciadamente me ha tocado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR