¿Está la justicia penal en vías de deslegitimación? - Aspectos que tensionan y presionan la demanda de cambios en la justicia penal y el control del delito - Un nuevo tiempo para la justicia penal. Tensiones, amenazas y desafíos - Libros y Revistas - VLEX 654664245

¿Está la justicia penal en vías de deslegitimación?

AutorMaría Angélica Jiménez - Tamara Santos - Paula Medina
Páginas306-308
306
MARÍA ANGÉLICA JIMÉNEZ / TAMARA SANTOS / PAULA MEDINA
E. ¿ESTÁ LA JUSTICIA PENAL EN VÍAS DE
DESLEGITIMACIÓN?
Ciertamente, buena parte del análisis presentado, en el que se pone de relieve
la existencia de muchas dif‌icultades —como son la sobrecarga de causas pena-
les, la preocupación de los mismos operadores por el desbordamiento del
sistema ocasionado por la persecución de delitos leves,520 el aumento de la
prisión preventiva y la frecuente aplicación de la pena de cárcel— está dando
cuenta, entre muchos otros, de que, sea de forma individual o conjunta, algo
no funciona bien, que hay insuf‌iciencias que instan a correcciones inaplaza-
bles y que, por supuesto, suscitan inconformidad y críticas que presionan y
tensionan al sistema.
¿Quiere decir que estas críticas al funcionamiento de la justicia penal, las
presiones que se le hacen para producir cambios y las tensiones que se le crean,
sobre todo por las divergencias que pueden provocar actuaciones legales y
decisiones que no satisfacen a todos, están llevando a la deslegitimación de
la Reforma procesal penal, y con ella a la deslegitimación de la justicia penal?
A nuestro modo de ver hay varias razones que hacen discutible este punto.
La primera de ellas porque ciertamente, como sucedió con el estático, rígido,
inef‌iciente e inef‌icaz procedimiento inquisitivo, una vía de deslegitimación
deviene de la inef‌iciencia operativa en uno o en todos los niveles de su inter-
vención, y en consecuencia en su inef‌icacia para solucionar los conf‌lictos
penales, creando en los ciudadanos desconf‌ianza y resistencia para recurrir
a él. Al contrario, el actual modelo procesal exhibe un extremo dinamismo y
f‌lexibilidad que lo obliga a funcionar con estándares de ef‌iciencia y ef‌icacia y
que en tanto tal le otorgan un primer nivel de legitimidad.
Segundo, porque aunque la Reforma procesal penal y la justicia penal funcio-
nan en medio de una política criminal sinuosa, que hoy oscila según sea la
asonada del temor al delito, y más en virtud de la demanda social de pena
520 Fiscal nacional, Sabas Chahuán, «Tenemos que priorizar los delitos más g raves y la gente
siente insatisfacción por eso,» El Mercurio, 21 de octubre de 2012, D 8.

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