El juego de las Constituciones cambiantes en Latinoamérica - 15 de Marzo de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 497698442

El juego de las Constituciones cambiantes en Latinoamérica

"No intervengan con nada en la Constitución. Eso se debe mantener, porque es la única protección de nuestras libertades". Estados Unidos tomó muy a pecho el consejo de Abraham Lincoln: su Constitución ha sido enmendada varias veces desde que entró en vigor en 1789, pero nunca se ha reemplazado. Al sur de la frontera, sin embargo, las constituciones son cosas perecibles.

De acuerdo a un cálculo, en Latinoamérica están los cuatro países que más Constituciones han tenido. República Dominicana encabeza la lista con 32, desde la primera en 1844 hasta la versión más reciente en 1994 (expertos no se han puesto de acuerdo en si el documento de 2010 cuenta como una nueva redacción o una completa edición). Otros revisionistas seriales incluyen Ecuador -20 versiones, la más reciente en 2008- y Venezuela, cuya Constitución número 26 se redactó en 1999. El período de vida promedio de una carta fundamental latinoamericana es de 16,5 años; en Europa occidental, es de 77.

Los recortes y modificaciones han disminuido en las últimas décadas; la propensión de Latinoamérica a manipular las Constituciones ahora no es muy diferente a lo que hacen otros países en vías de desarrollo. Aun así, desde 1978 la región ha promulgado un promedio de casi una nueva Constitución por país. En ese período, ni un solo país ha dejado su Constitución sin enmiendas. Michelle Bachelet, quien fue investida por segunda vez como Presidenta de Chile esta semana, prometió una nueva Constitución para reemplazar la del tiempo de Pinochet. En respuesta a la ola de protestas del año pasado, la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, consideró la idea de una asamblea constituyente.

Cambios necesarios

Con el debido respeto a Lincoln, es demasiado simple condenar cualquier cambio. Los levantamientos políticos, desde las luchas independentistas hasta las transiciones democráticas, a veces justifican nuevos textos; para consagrar, por ejemplo, los derechos humanos que las juntas militares despreciaron. Las Constituciones no están destinadas a ser inmutables; en EE.UU., la Corte Suprema la reinterpreta constantemente. Algunas necesitan una actualización: hasta 1994 la de Argentina ordenaba que el Presidente tenía que ser católico. En algunas hay que eliminar las malas ideas: México tuvo razón en cambiar la suya el año pasado para poner fin a una prohibición sobre la inversión extranjera en su industria de gas y petróleo. Las pequeñas enmiendas pueden evitar la necesidad de cambios al por mayor.

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