Jorge Ramírez: 'El liberalismo y sus desencantados. Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales'
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El liberalismo y sus
desencantados.
Cómo defender y
salvaguardar nuestras
democracias liberales
Jorge Ramírez R.
Investigador del Programa Político y Sociedad Civil
Pocas lecturas parecen tan pertinentes como el recien-
te título del internacionalmente reconocido polítólo-
go norteamericano, Francis Fukuyama. Ningún texto
del profesor de Standford pasa inadvertido. Desde el
mundialmente aclamado “El Fin de la Historia y el Últi-
mo Hombre” (1992) que sus reflexiones son parte del
canon de referencias que marcan la reflexión intelec-
tual de la ciencia política.
En su último libro “El liberalismo y sus desencanta-
dos…” Fukuyama aborda la temática de la creciente
desafección y oposición en torno a la democracia libe-
ral, desmenuzando, con su erudición característica,
cada una de las críticas que se formulan hacia ella,
las que emanan principalmente desde las veredas
progresistas y conservadoras. Adicionalmente, Fuku-
yama, continuando su reflexión iniciada en 2019 tras
el lanzamiento del libro “Identidad”, plantea que la
exacerbación del identitarismo, tanto de izquierda
como derecha, es también una amenaza severa para
el liberalismo.
El politólogo describe con precisión que el liberalismo
es una doctrina política que surge a mitad del s. XVII
en el afán de limitar el poder arbitrario de los gobier-
nos a través de las leyes y la creación de instituciones
que protejan los derechos de los individuos que viven
bajo una misma jurisdicción. Así las cosas, el liberalis-
mo es una doctrina que es individualista: al reafirmar
la primacía moral de las personas antes que la de
cualquier colectividad social; es igualitaria: al concebir
a todos los individuos bajo el mismo status moral; es
universalista, al aspirar a una unidad moral común en
torno a valores y es meliorista: al creer en la corregibi-
lidad y en la posibilidad de mejoramiento o perfeccio-
namiento de cualquier institución o acuerdo político.
Pese a que el liberalismo ha mostrado evidentes venta-
jas comparativas respecto de otras formas de organi-
zación política, en particular, a la hora de: i) posibilitar
la coexistencia pacífica de poblaciones diversas dentro
de un territorio determinado, ii) exaltar la dignidad
humana, su libertad y conciencia permitiendo que sean
los propios individuos quienes sean los arquitectos de
su futuro y iii) estimular el desarrollo económico de
mejor manera que ninguna otra forma teoría política
mediante la protección de los derechos de propiedad
y la posibilidad para realizar transacciones libres entre
agentes, hoy, cada uno de estos puntos, ha pasado a
ser severamente cuestionado por doctrinas iliberales
que afloran desde la izquierda, pero también desde la
derecha.
En este sentido, mientras la izquierda identitaria ha
sustituido la vieja relación opresores/oprimidos que
inspiró al marxismo tradicional en términos de clase
dominante/proletariado por una nueva concepción
de conflicto, esta vez, centrada en grupos identitarios
oprimidos en torno a la etnia, la raza, el género, o la
orientación sexual. La derecha iliberal, basa sus postu-
lados en una concepción de etnonacionalismo, que no
es inclusiva ni abierta, en términos políticos y económi-
cos, de ahí el resurgimiento del proteccionismo comer-
cial, por ejemplo.
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