La isla que los griegos aman - 20 de Octubre de 2019 - El Mercurio - Noticias - VLEX 819782857

La isla que los griegos aman

Parecía un mal comienzo, pero terminó siendo lo contrario: el gran inicio de un viaje de ensueño hacia Folégandros, la pequeña isla griega que tantos me habían señalado como la más bella de las Cícladas, una de las menos contaminadas por el turismo masivo, de las más auténticas, de las favoritas de los griegos...El vuelo iba de Londres a Atenas. Cuando llegué a mi asiento, el 7A -en la ventana, como me gusta-, en el 7B ya estaba sentado un niño de unos dos años y medio, y en el 7C, su madre con una bebé de solo 5 semanas en brazos. La pesadilla de cualquier viajero (incluso de los que amamos a los niños).Apenas el avión se echó a rodar, el pequeño, que luego supe que se llamaba Yiorgos, empezó a preguntar curioso: ¿Estamos volando? Y ante cada amorosa negativa de su madre, volvía a la carga: ¿Estamos volando? Diez, quince, veinte veces. Su impaciencia no era molesta, sino conmovedora. Pero lo mejor estaba por venir.Cuando por fin despegamos, Yiorgos no pudo contener su felicidad y soltó un "guaaaaaauuuuuu" tan espontáneo que todos los pasajeros que estábamos cerca nos miramos con sonrisas cómplices. Su ternura nos había desarmado.Antes de aterrizar, se sentó en mis rodillas y miramos juntos por la ventana la geografía fracturada que rodea la capital griega. Anochecía y las islas eran manchas negras sobre el Egeo en las que él adivinaba piratas y seres mitológicos.No suelo ser determinista, pero fue una extraña coincidencia que, aunque esta vez se quedaba en Atenas, la madre de Yiorgos, Kiriakí, fuese originalmente de Folégandros, un lugar que en invierno no registra más de 750 habitantes.Escuchándola, mi sentido de anticipación aumentó. Me explicó que el mar a veces era turquesa, otras verde y a ratos, simplemente transparente; que desde sus acantilados se veían los atardeceres más bonitos del mundo, y que no podía dejar de comer matsata , una pasta local que se sirve con varias salsas tradicionales (su favorita era la de conejo y especias. Le prometí probarla). Me recomendó restaurantes y playas, y sobre todo que fuera a Astarti, un diminuto bar en la plaza de la Chora, el pueblo principal (se pronuncia "Jora"). "El dueño se llama Lefteris, búscalo: dile que eres mi amiga. Te va a tratar bien", me dijo finalmente.Así fue.Si uno la busca en un mapa, Folégandros es apenas un punto en el sur del archipiélago cicládico. Cuando uno llega, el punto se amplifica y se vuelve un sitio cautivador.No tiene aeropuerto, pero se puede llegar de varias maneras: volando a la popular Santorini, que está a solo una hora por mar, o navegando desde el puerto ateniense de El Pireo. En ferry jet el viaje tarda cuatro horas; en ferry convencional, el...

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