El invernadero de la Quinta Normal - 30 de Septiembre de 2022 - El Mercurio - Noticias - VLEX 911630977

El invernadero de la Quinta Normal

Hace un siglo, el invernadero del Jardín Botánico de la Quinta Normal era un prodigio. Un lugar que era visita obligada de capitalinos y provincianos, quienes además de sorprenderse por sus dimensiones y arquitectura victoriana, se maravillaban con su diversa y magnífica colección de plantas. El también conocido como "invernadero francés" o "jardín de invierno" contenía gran cantidad de especies nativas, como helechos del archipiélago de Juan Fernández, orquídeas chilenas o plantas medicinales sureñas. Una gran cantidad de especies exóticas formaban parte de la colección: distintas variedades de gomeros y palmeras. En las fuentes de agua interiores se cultivaban plantas acuáticas como nenúfares, destacando la enorme Victoria regia, de hojas redondeadas de hasta tres metros de diámetro y proveniente de la Amazonía.Hace un siglo, apenas se ingresaba al recinto, el ambiente se tornaba húmedo y muy cálido. Una caldera en permanente funcionamiento y una cañería calorífica de cobre proporcionaban una temperatura constante en el interior. Aromas propios de diversas especies vegetales se mezclaban en aquella atmósfera enrarecida. Texturas múltiples y variadas tonalidades de verde provenían de un sinnúmero de hojas y tallos que dominaban un espacio delimitado por fierro forjado y vidrios que habían sido especialmente fabricados para que calzaran con cada ángulo y curva de la estructura metálica. Los vidrios eran originalmente translúcidos, casi blanquecinos, debido al tratamiento denominado de arenado. Así, entraba una luz tamizada, más adecuada para la mayoría de las especies. Las personas, además, avanzaban por el interior observando bajo sus pies un piso de baldosas de colorido diseño.Entonces, en el Jardín Botánico de la Quinta Normal, al que pertenecía el invernadero, trabajaban jardineros, botánicos e investigadores. Regularmente el recinto recibía aportes monetarios del Estado chileno. La Quinta Normal, que había sido bautizada así por su primer director, Claudio Gay, contaba con una superficie cuatro veces mayor que la actual. Albergaba una gran cantidad de entidades, entre ellas un vivero y las dependencias del Instituto Agrícola, futura Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, las que mantenían un permanente intercambio de material y personal con el Jardín Botánico.Eso era el pasado.Hoy el Museo de Historia Natural es el edificio más relevante de la Quinta Normal. En su interior, el esqueleto de una ballena es su atractivo más popular. En los jardines contiguos al museo, otro esqueleto pasa inadvertido: Una construcción de fierro oxidado, con pintura descascarada y placas de policarbonato, reemplazantes de los vidrios originales, que están rotos en su gran mayoría. Algunas baldosas del piso se han salvado de los continuos robos. Una solitaria buganvilia se apoya en la estructura semiabandonada. El arbusto trepador la usa a modo de pérgola.***El invernadero tuvo otra vida antes de que en 1890 se instalara en la Quinta Normal. Tenía un dueño y estaba lejos de convertirse en un lugar de uso público.En un terreno que limitaba con la vereda sur de la Alameda y se extendía entre las calles España y República, el empresario neoyorquino Henry Meiggs, avecindado en el país, en 1864 construyó su "casa de verano". Meiggs se había convertido en millonario gracias al negocio ferroviario, fundamentalmente por proyectos realizados en Chile, como la...

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