'Sería iluso creer que no van a venir a hacerlo de nuevo' - 18 de Mayo de 2013 - El Mercurio - Noticias - VLEX 436935538

'Sería iluso creer que no van a venir a hacerlo de nuevo'

Además tuvieron que talar árboles y arbustos, porque ahora necesitan visión para poder vigilar si es que alguien entra o sale. Los portones deben estar constantemente cerrados, lo mismo que las puertas de la casa y las cortinas. Las luces, en la noche, permanecen prendidas.

A 18 kilómetros de este campo, está Temuco.

En su sencilla oficina en el centro de Temuco, Jorge Andres Luchsinger no tiene secretaria, ni asistentes. Su empresa es él y los trabajadores que laboran en las obras que realiza para una constructora

Allí, entre llamados telefónicos y papeleos, comienza a contar cómo ha sido su vida desde aquella madrugada del 4 de enero, cuando sus padres Werner Luchsinger y Vivian Mackay no lograron escapar de las llamas, tras el ataque de un grupo vinculado a mapuches extremistas.

-No he parado ni un día y en parte capaz que haya sido lo mejor. Muchas ganas de trabajar no tenía y en más de alguna ocasión pensé en aflojar, pero no podía -dice.

Todos los fines de semana después del atentado él, su mujer y sus dos hijos van a una cabaña en las afueras de Temuco: dice que Francisca necesita salir de la casa.

Ella tenía 22 años cuando llegó a vivir al fundo. Pronto se acostumbró a la vida de campo y se hizo muy cercana a su suegra. Fue de las pocas personas que se enteró que Vivian Mackay no se haría el tratamiento de quimioterapia después de que en septiembre pasado la operaran de un cáncer al colón. Werner Luchsinger, en tanto, sufría constantes problemas para caminar y en los últimos años se había sumado una perdida de memoria producto de un tumor en el cerebro, la que se trataba con pastilllas.

-Mi papá ya se sentía viejo, por eso su preocupación mayor era dejar a mi mamá bien para que no dependiera económicamente de nosotros -dice Jorge Andrés.

En la casa ya no tienen empleada. La anterior se fue a trabajar a las plantaciones de berries y no han conseguido a otra persona. Nadie ha aceptado venir. Y ellos tampoco aceptan a cualquiera.

-Yo no quiero que ande saliendo y entrando mucha información -dice Jorge Andrés-. Y por mí que los carabineros no estuvieran. Para uno, que se vino a vivir a un lugar así, es una invasión a la privacidad tremenda. Pero son un mal necesario.

En la casa, son sus hijos y su mujer los que hacen las labores.

-Eso es cansador. Salimos muy temprano en la mañana y cuando volvemos la loza está sucia o hay que hacer camas -dice después Francisca Palma, sentada en la mesa de comedor de esta típica casa de campo del sur, con tres piezas, cocina a leña y chimenea.

Francisca le ha pedido a su marido que se vayan a vivir a Temuco. Él le ha dicho que no, que no va a dejar botado esto, porque nadie se lo va a comprar a buen precio.

Para ella ha sido difícil. Dice que ya no tiene ganas de mantener el jardín, de cocinar, muchas veces tampoco de levantarse.

-Para mí fue un cambio brutal: de vivir una vida linda, sin problemas, feliz, de repente te abren los ojos y te das cuenta de que hay un odio, no sé si hacia nosotros, pero sí hacia un sistema -cuenta ella-.El otro día en la formalización nos gritaban que nos fuéramos, que nos muriéramos, que nunca le habíamos pagado un peso a nadie, que éramos malos. Me gritaron asesina... La hermana de la machi a la...

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