Los hombres que no querían ser padres - 30 de Septiembre de 2017 - El Mercurio - Noticias - VLEX 693946457

Los hombres que no querían ser padres

Durante muchos años, quizá demasiados, mi generación ha escuchado que la paternidad prematura podía arruinarnos la vida.

Las historias de compañeros que tuvieron hijos antes de terminar el colegio o la universidad eran como advertencias que nos recordaban que había un momento, alrededor de los 30 años, en que uno estaba preparado y ya debía dejar de tenerle miedo a la descendencia. Pero esa señal nunca llegó a muchos de nosotros.

Pienso ahora en la vida que llevo y en la de mis amigos: todas entran sin problemas en departamentos de 40, 50 o 60 metros cuadrados en Providencia, Ñuñoa y Santiago centro, y por eso no ambicionamos más.

Porque con esas vidas individuales en espacios de un baño, cocina americana y dormitorios, donde apenas entra la cama, podemos viajar todos los años en temporada baja si ahorramos o nos endeudamos, y eso es lo más cerca que podemos estar de la ilusión de la libertad. Las vidas sin hijos, en el fondo, nos permiten arrendar una donde solo tenemos que pensar en nosotros mismos.

Mientras hablamos del tema en mi departamento, Felipe recuerda una imagen: el momento, si se quiere, en que se dio cuenta de que quería una vida individual y sin hijos. En esa historia él tiene 11 años y fue, junto a sus padres y cuatro hermanas, a visitar a un tío que vivía solo, en un pequeño departamento de Vicuña Mackenna.

-Me quedó muy grabada esa visita, porque me dio esa sensación de refugio, de espacio propio, donde no había que darle explicaciones a nadie. Hoy, por algún motivo, me sigue pareciendo deseable lo que vi ahí.

Para Felipe, periodista, 38 años, un hombre solo era también un hombre libre, porque podía tener control sobre su vida. Y esa idea, dice, más que un arranque de egoísmo, puede explicarse por las cosas que creció viendo.

-No recuerdo un momento en mi vida en que mi papá no haya estado apretado de plata.

Eso es supermarcador. Hace un tiempo le pregunté por qué se postergaron tanto, por qué no tuvieron menos hijos. Y él, pero sobre todo mi mamá, me contestó que para ellos era importante tener una familia grande.

A veces, me dice Felipe, cuando va a almorzar donde su familia los fines de semana y le cuenta a su padre sobre los lugares que ha podido conocer en sus viajes, se da cuenta de lo distintas que han sido sus vidas.

Y que sentía que cuando su padre lo escuchaba, lo hacía con una mezcla de satisfacción y envidia, porque todos esos eran lugares que, a pesar de que le habrían gustado, él nunca pudo ver porque antes estaban las responsabilidades con su familia. Para Felipe -que por lo personal del tema pidió que no saliera su apellido en este reportaje-, los hijos podían hacer eso: detener tus propias ambiciones para concentrarte en las de ellos.

-Y yo no quiero eso.

-¿Por qué?

-Porque yo creo que vivo la vida que a mi papá le habría gustado tener.

Somos consumidores

No es fácil encontrar información en línea sobre hombres que no quieren tener hijos. Busco en Google, pero la mayoría de los resultados derivan a sitios femeninos que entregan guías a las mujeres sobre qué hacer cuando se encuentran con uno de ellos. Sin embargo, el mercado ya los identificó:

según un estudio de Adimark de este año, 33 por ciento de los hombres mayores de 15 años declara que no tienen hijos y que no quiere tenerlos. La mayoría de ellos está concentrado en el grupo socioeconómico C1 y tiene una edad promedio de 41 años.

En ese lote, 8 por ciento está casado y 19 por ciento soltero, pero con pareja estable. También tienen una serie de características asociadas: más liberales, más consumidores de bebidas alcohólicas y marihuana, más proclives a echarse cremas o ir...

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