La historia no contada de la moda chilena - 8 de Abril de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 503543570

La historia no contada de la moda chilena

En estos años, Juan Luis Salinas ha construido una personal teoría sobre moda e identidad. Su particular mirada -que rehúye de la fama, de los flashes y de la frivolidad- la volcará en las casi 400 páginas de su libro "Linda regia estupenda: historia de la moda y la mujer en Chile", próximo a editarse bajo el sello El Mercurio-Aguilar.

-La moda es una excusa para hablar de la mujer -introduce-. Si escribes un libro solo de moda, al final terminas haciendo un diccionario o una recopilación de anécdotas que terminan por ser súper banales. Pero esos mismos hechos analizados con perspectiva, ya no lo son.

-La moda refleja lo que pasa en la sociedad -dirá al hablar de cómo las mujeres comenzaron a usar minifalda justo cuando se popularizó la píldora de anticoncepción.

-La moda también sirve para esconder -agregará, confidente, para explicar el desprecio a la oleada de ropa usada que llegó en los 80 a un Chile que se resistía a muchas cosas; entre ellas, a empobrecer.

-La moda te da dignidad -concluirá al recordar que conoció las "sobreposiciones" (de ropas) hace décadas, en las gélidas madrugadas de su niñez en Punitaqui, viendo a mujeres ateridas a la espera de una micro rural.

Los retazos de "Linda regia estupenda" se fueron hilvanando a lo largo de dos años de investigación en bibliotecas, hemerotecas, archivos personales de creadores, diarios y revistas del pasado. Altos de ejemplares de antiguas Eva, Rosita y Zig-Zag, mezcladas con algunas Vogue, todavía colapsan el escritorio del autor y sirven de cama al gato gris que Salinas bautizó en honor de su pasión: Givenchy. Su lectura también transitó desde filósofos como los franceses Gilles Lipovetsky y Gabriel Tardé y la curadora del Fashion Institute of Technology de Nueva York, Valerie Steele, hasta cronistas de la antigua vida social, como Vicente Grez y Joaquín Edwards Bello, pasando por más de un historiador, como Bernardo Subercaseaux.

-El libro surgió leyendo "La Belle Epoque Chilena", de Manuel Vicuña. Ahí hablaba de la primera década del siglo XX, y de los movimientos feministas que se juntaban en cafés literarios y en el Club de la Unión. Eran puras señoras burguesas de las que se reían por querer andar siempre impecables y ser pseudointelectuales. Su consigna era tener "cachet et ton" (cachet y tono), y les pusieron las cachetonas. Con eso hice click.

La mujer y su transformación, su ascenso a la vida pública, al mundo laboral y a la cúpula política de la nación se le aparecieron como el arco narrativo perfecto para hablar de moda con un profundo sentido de identidad:

-La moda permite identificar grupos sociales marcados; y sin duda los mayores cambios en las últimas seis décadas los ha vivido la mujer -afirma-. Además, ninguna mujer no hace una declaración de principios al vestirse. Incluso si dice "me compré estos pantalones en el supermercado" está declarando que no quiere gastar, que hay cosas que le importan más.

El relato de "Linda regia estupenda" despunta en los años 50, justo cuando se instaura el voto femenino, comienza a formarse la fuerza laboral femenina y se comercializan en la céntrica tienda Los Gobelinos los primeros diseños de Dior. Los nuevos roles frente a los viejos roles son los nudos narrativos de esta crónica que abre su recuento con la aparición del tailleur -traje de sastre- en medio de un mercado dominado por las debutantes en sociedad. También están los conflictos políticos, sociales y económicos; todos con la moda como expresión:

-Para mí la década más linda del libro es la de los 70. En los tres primeros años se hizo el proyecto de moda local más bonito que ha existido: la moda autóctona, una búsqueda por rescatar la identidad que surge del frustrado proyecto nacionalista de la UP -dice Salinas, quien rescata de esa época propuestas locales como las de Marco Correa y Nelly Alarcón, el primero con sus estampados de grecas precolombinas y la segunda con telares traídos desde el sur.

-Pero al poco tiempo viene el quiebre (institucional), y la mujer igual tiene que ingeniárselas para vestir y para sobreponerse a la escasez. Siempre se habla del chancho chino y de las colas para el pollo, pero en esa época también se agarraban a coscachos por un ovillo de lana. Las fábricas quiebran, no hay telas, y se ponen de moda géneros baratos como la popelina para hacer sábanas o manteles de mesa. Las boutiques y las revistas de esa época rescatan los tejidos y el percal. Entonces, se ve también que esa vuelta a la naturaleza, que todo ese ingenio no era tanto por onda, sino por precariedad.

Justo de esa época de fragilidad que tan bien se reconstruye en "Linda regia estupenda" datan los primeros recuerdos de infancia de Juan Luis. Por esos años, Salinas vivía...

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