Con el fervor de Borges - 12 de Junio de 2016 - El Mercurio - Noticias - VLEX 642239593

Con el fervor de Borges

La ciudad que lo vio nacer el último año del siglo XIX pronto desapareció en manos de la modernidad a imagen y semejanza de París. La sencilla casa de sus abuelos en pleno centro fue reemplazada por edificios. Mientras busco ese punto cero en la vida de Borges, en la calle Tucumán, entre Suipacha y Esmeralda, aparece un joven con una botella de espantoso fernet en la mano y una enorme cicatriz en la cabeza.

-¿Qué busca? -me pregunta tambaleándose.

-La casa donde nació Borges -respondo, tratando de ocultar la cámara fotográfica.

-No la conozco -Y agrega con la vista fija, como queriendo afirmarse en la mirada-. Y yo, señorita, conozco a todos aquí en la cuadra...

Una afirmación que le habría hecho sonreír. Mal que mal es una versión freak de ese célebre texto en el que narra que "al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico (...). Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro".

Definitivamente, aquí tiene que haber nacido, me digo después de escuchar al borrachín reinterpretando involuntariamente a Borges y el otro.

De cualquier forma, sus padres se trasladan a una zona fronteriza que le dejará un registro indeleble. "En esa época, Palermo -el Palermo donde vivíamos, Serrano y Guatemala- era el sórdido arrabal norte de la ciudad, y mucha gente, para quien era una vergüenza reconocer que vivía allí, decía de modo ambiguo que vivía por el Norte". Quizás por eso Borges pasó gran parte de su infancia sin salir de su casa. Rodeado de lecturas ("si tuviera que señalar el hecho capital de mi vida, diría la biblioteca de mi padre") y amigos imaginarios. "Mi hermana y yo inventamos dos compañeros imaginarios a los que llamamos, no sé por qué, Quilos y El Molino de Viento".

Según Ulyses Petit de Murat, había efectivamente un molino de viento rojo. "Durante las tormentas, la variada sinfonía de sus crujidos asustaba a Borges".

Más alboroto en su espíritu haría el compadrito que se podía adivinar en los campos cercanos. Aunque fue Evaristo Carriego -a quien dedicó uno de sus libros tempranos- quien le haría plenamente consciente de este mundo. "Carriego descubrió las posibilidades literarias...

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