La familia cero residuos - 3 de Mayo de 2014 - El Mercurio - Noticias - VLEX 509110734

La familia cero residuos

Comienzo la mañana del sábado botando la caja de leche del desayuno, los restos de sándwiches, incluido el queso, el jamón, la palta y el huevo revuelto que sobró; luego, mis hijos, de seis y 11 años, meten a la basura los envoltorios de dulces o barritas de cereal que se comen a media mañana, también los envases de yogurt. Más tarde, mi marido deposita al menos dos botellas de bebida desechable que quedaron de la noche anterior, además de la botella de vino de vidrio que quedó de la comida.

El acopio de basura casera continúa con diarios, catálogos de tiendas, los plásticos que los envuelven, envoltorios del detergente y todas las frutas y verduras que están casi pudriéndose en el refrigerador. Eso, sin considerar las tres o cuatro paladas de hojas secas que se barren de la calle.

A las 12 del día de ese sábado, en esta casa ya habría para botar dos bolsas de supermercado llenas de basura. A la semana, se juntan alrededor de seis bolsas, pero de las negras grandes.

Las estadísticas indican que la producción mundial de desechos urbanos es de 1,7 mil millones de toneladas, de las cuales 1,24 mil millones son recolectadas por empresas de limpieza del Estado o municipales. También se sabe que mientras más rico es el país, mayor es la cantidad de envases que deterioran el medio ambiente. En los países desarrollados, la proporción de papel y de cartón en los residuos domésticos puede alcanzar el 50 por ciento, a lo que hay que sumarles el plástico y los metales.

Hace dos semanas, cuando Gonzalo Muñoz, fundador de la empresa de reciclaje Triciclos, recibió el premio Emprendedor Social del año, dijo que en su casa sacaba media bolsa de basura a la semana.

Eso me dispongo hacer. Mi meta será reducir, mediante el reciclaje, el 90 por ciento de la basura de mi casa.

¿Compramos un perro?

Para comenzar, necesito cinco basureros, aparte del que ya tengo:

1 para las botellas desechables de bebidas, aguas y jugos.

1 para Tetrapack, o sea, envases de leches, jugos, salsas, vinos. Más cartones.

1 para papeles.

1 para vidrios, aluminio y metal.

1 para mezclas plásticas. Todas.

Aquí estoy en mi cocina, viendo en qué lugar instalar los contenedores para iniciar una vida de reciclaje. No es fácil. El primer problema al que se enfrenta una familia para reciclar es el espacio. Las casas de hoy no están hechas para esto. Busco en el retail basureros pequeños, ojalá en colores para que nadie se confunda. No hay. Solo encuentro basureros grandes. Cabría uno, con suerte dos, en la cocina.

Triciclos, que procesa más de 20 residuos poco comunes y que en sus Puntos Limpios tiene personas expertas en reciclaje, vende un mueble vertical donde se pueden colgar tres bolsas. Me lo llevo. Me faltan dos: las pongo debajo de la mesa de la cocina. Si somos ordenados, podremos reciclar la basura sin tropezarnos con las bolsas cada media hora. El tarro de la basura normal, donde irán a parar todos los elementos que no son reciclables como servilletas, comidas aliñadas o cocinadas, envases de yogurt y otros, se queda donde mismo, debajo del lavaplatos.

"Lo que tienes que tener sí o sí es un compost", me aconseja Anita Rivera, master en Business Management, quien recicla su basura casera hace ocho años.

En simple, un compost es un abono natural que se logra de la mezcla de desechos orgánicos con tierra y hojas. Después de cuatro meses, se logra un potente...

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